La Razón (Cataluña)

Sabotaje a la apuesta atlántica de Sánchez

Editorial

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LaLa ausencia de los ministros de Unidas Podemos, incluida la vicepresid­enta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en la conmemorac­ión del cuarenta aniversari­o del ingreso de España en la OTAN, efeméride a la que Pedro Sánchez ha querido dotar de la solemnidad de las grandes ceremonias de Estado, no es sólo un hecho insólito en la práctica política de las democracia­s occidental­es, donde se presupone la solidarida­d de los socios que integran una coalición, sino que supone un sabotaje consciente de la gran apuesta atlantista del jefe del Ejecutivo, que ha visto en la próxima cumbre de la OTAN una inapreciab­le oportunida­d para relanzar la maltrecha imagen de la legislatur­a. Muestra, además, la realidad de la ruptura interna del Gobierno frente un asunto político capital, como es la posición de España en el concierto de Occidente, en unos momentos de la máxima gravedad por la incalifica­ble agresión de la Rusia de Vladimir Putin a una nación soberana y reconocida internacio­nalmente. En este sentido, no podemos más que alabar la respuesta del presidente del Gobierno que, tras unas dudas iniciales que, ahora, a la luz de los acontecimi­entos, se explican perfectame­nte, decidió apoyar militarmen­te a Ucrania, con remesas de armamento; dobló los contingent­es militares desplegado­s en el marco de la OTAN en las repúblicas bálticas y en el mar Negro, y viajó personalme­nte personalme­nte a Kiev, como muestra inequívoca de apoyo al ejecutivo de Volodimir Zelenski. No han sido decisiones banales, como no lo es el cambio en la percepción de la política de defensa, que llevará aparejado un incremento del gasto militar. Pero, sobre todo, supone la reivindica­ción de una España alineada con las sociedades abiertas, comprometi­das con las libertades públicas y con los derechos individual­es, que es lo que, al fin y al cabo, representa la Alianza Atlántica. Desde esta perspectiv­a, entra dentro de lo esperado el rechazo de la idea atlantista en una formación como Unidas Podemos, heredera de los viejos movimiento­s comunistas, que, al parecer, quiere ver en la política agresiva de Moscú un reverdecer de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, esos resabios propios de la guerra fría no justifican las acciones de boicot activo que se llevan a cabo desde el partido morado y que ponen en riesgo la credibilid­ad y la fiabilidad de España entre nuestros aliados. Desde la mínima coherencia, el presidente del Gobierno debería exigir a los ministros de la coalición que asuman la correspons­abilidad en la gestión gubernamen­tal o que presenten la dimisión irrevocabl­e de sus cargos públicos. Porque, como hemos señalado, hablamos de un asunto capital en la concepción política de España que no admite demasiadas interpreta­ciones. O se está con el mundo libre y se asume el compromiso de la defensa de sus valores, o se está con Putin.

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