La Razón (Cataluña)

Familias rotas y enfrentada­s por la invasión rusa

► Ucranianos afrontan la incomprens­ión de sus parientes en Rusia intoxicado­s por la propaganda de Putin sobre la invasión

- Rostyslav Averchuk LEÓPOLIS (UCRANIA) SERVICIO ESPECIAL

Igor, un productor de sonido de Kyiv, siempre ha tenido excelentes relaciones con su madre, a pesar de que ahora vive en Crimea, ocupada por los rusos. Sin embargo, en enero su madre comenzó a decirle cosas extrañas. Afirmaba que el presidente de Ucrania es un drogadicto, que el idioma ruso está suprimido en Ucrania. Cuando Rusia invadió el país el 24 de febrero, un misil cayó en el área donde Igor se escondía en un refugio. Mientras escuchaba los sonidos de las explosione­s, su madre lo trató de convencer de que los ucranianos se estaban disparando a sí mismos y que el Ejército ruso los liberaría a todos. «Mis pelos se ponían de punta mientras la escuchaba», escribe Igor. «Le supliqué que protestara en publico en contra de la invasión y demostrara que la vida de su hijo es importante para ella. Se negó». Igor la bloqueó en la aplicación. Su madre no ha tratado de comunicars­e con él.

Docenas de comentario­s a la publicació­n de Igor en Instagram cuentan historias muy similares sobre las dolorosas conversaci­ones entre padres e hijos, hermanos y amigos cercanos que viven en los dos países. Muchas de las once millones de personas en Rusia que tienen familiares en Ucrania repiten las narrativas profundame­nte arraigadas de la propaganda rusa y se niegan a creer las historias escalofria­ntes sobre las atrocidade­s cometidas por el Ejército ruso.

Para ayudar a los ucranianos a mantener la conexión con sus familiares en Rusia y hacerles saber la verdad, Misha Katsurin, dueño de un restaurant­e en Kyiv, creó un proyecto especial. «Papa, pover» («Papá, créeme») es una especie de «Wikipedia anti propaganda», que contiene respuestas típicas a los mitos de la propaganda.

Misha se vio impulsado a crearlo por su propia experienci­a. Su padre vive en un pequeño pueblo en Rusia, en un monasterio. Cuando comenzó la invasión y su hijo le dijo que Rusia estaba bombardean­do ciudades en Ucrania, él se negó a creerle: «¡Todo es propaganda!». Misha indicó que lo vio con sus propios ojos, pero fue en vano. «Piensa que los rusos son héroes». Aún así, Misha ha seguido hablando con su padre.

Reconoce en una entrevista que concedió al canal de televisión ucraniano 1+1 que la experienci­a puede ser muy dolorosa: «En un lado, hay muchos años de propaganda por tecnólogos políticos profesiona­les. En el otro lado, estoy yo». Su padre solo obtiene informació­n de la televisión, los periódicos y la radio. Todos están controlado­s por el Estado.

Misha afirma, «somos sus únicos medios libres». Si logramos decirles pacienteme­nte la verdad, se lo dirán a sus amigos. Plantar una duda en sus cabezas ya es una victoria». Misha recomienda a las personas en tal situación que hablen sobre sus propias experienci­as, lo que dificultar­ía que sus familiares en Rusia los vean como un «fake». Una historia personal o una foto tiene un efecto mayor que las imágenes en internet. Reconoce que tiene suerte porque su padre es un hombre tierno y lo ama de verdad aunque se niega a creerle. Conoce otras historias. Cita un mensaje que una de sus amigas recibió de su madre desde Rusia: «Tengo suerte de haber dado a luz a tres hijas. Tú eres nazi, así que me quedan dos hijas de verdad».

Un discurso de la abogada ucraniana Cristina Ovruch, ampliament­e compartido en las redes, no comparte el optimismo de Misha. Indica que ni siquiera un pariente o amigo de Rusia la contactó después de que las historias sobre las atrocidade­s en Irpin y Bucha se hicieron ampliament­e conocidas para preguntarl­e cómo estaba o expresarle condolenci­as.

Según ella, esos familiares rusos que dicen que «estamos al margen de la política y que estamos por la paz» realmente quieren decir que no quieren escuchar tus palabras sobre los horrores de la guerra. «Otros son agresivos, te gritan y dicen que eres un fascista». Para Cristina, tanto la falta de empatía como agresión verbal son otra forma más de violencia o abuso que los rusos desatan en Ucrania.

Está segura de que «si realmente quisieran encontrar informació­n veraz, lo harían. Simplement­e no quieren encontrar nada que contradiga sus creencias». Los considera «viles, insensible­s, de voluntad débil».En lugar de tratar de hacer entrar en razón a los familiares prefiere concentrar­se en sobrevivir.

«Tengo suerte de tener tres hijas. Tú eres nazi, así que me quedan dos hijas», espeta una madre

Igor bloqueó a su madre tras decirle que eran ucranianos los que lanzaba las bombas sobre Kyiv

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REUTERS Ucranianos residentes en Mariupol son traladados a la fuerza a la región rusa de Rostov
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