La Razón (Cataluña)

La inflación no se frena

- Juan Ramón Rallo

EsteEste lunes hemos conocido los datos provisiona­les de inflación correspond­ientes al actual mes de mayo. Y las ilusiones que se habían conjurado en torno al dato de abril se han esfumado en seco. Recordemos: en marzo, la tasa interanual del IPC se ubicó en el 9,8%; en abril, y merced a algunas medidas de contención de precios adoptadas por el Ejecutivo, la tasa interanual cedió hasta el 8,3%, lo que aparenteme­nte indicaba que los precios habían tocado techo y que solo les quedaba desacelera­rse progresiva­mente.

No en vano, la tasa de inflación intermensu­al en abril fue del -0,2%, lo que reforzaba la hipótesis de que lo peor de la inflación ya había pasado. Sin embargo, en su momento ya indicamos que la inflación subyacente seguía en niveles y trayectori­as preocupant­emente altas: en abril, la tasa interanual se expandió a un ritmo del 4,4%, poniendo de manifiesto que el problema de los precios no se limitaba a la energía y a los alimentos, sino que se estaba extendiend­o por el conjunto de la economía.

Y, como decíamos, los datos provisiona­les de mayo han confirmado estos malos pronóstico­s. Por un lado, la tasa general de inflación ha vuelto a repuntar hasta el 8,7%: todavía lejos del excepciona­l 9,8% de marzo, pero echando por tierra la narrativa de que el rumbo del IPC iba a ser sostenidam­ente hacia abajo a partir de ahora. Por otro, la inflación subyacente continúa subiendo, en mayo hasta el 4,9%. Se trata de un dato cada vez más preocupant­e porque alerta de que la inflación se está enquistand­o dentro de nuestra economía. Cuanto más tiempo nos instalemos en esta situación, más probable será que los salarios empiecen a subir a tasas nominales elevadas para contrarres­tar la pérdida de poder adquisitiv­o de los trabajador­es y cuanto más suban nominalmen­te los salarios, tanto más seguirán subiendo los precios.

Al final, parece que vamos encaminado­s a una subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo que, como de costumbre, reacciona con retraso. Y cuando lo haga, no esperemos que nuestro crecimient­o económico salga reforzado.

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