5G, el Internet de las cosas
«La llave del siglo XXI no se encuentra en la supremacía del armamento nuclear, sino en el control del 5G y el mundo digital»
EnEn un certero artículo, Pablo Pardo se refiere a la lucha de las grandes potencias por el control del 5G, que significa hacerse con el poder político, estratégico y económico del mundo. La III Guerra Mundial no es la de las armas nucleares, sino la del dominio digital. Para Pablo Pardo, China, Estados Unidos y la Unión Europea pelean ya denodadamente para alzarse con la victoria. Añadiría yo a la India, que roza los 1.400 millones de habitantes y está a punto de alcanzar demográficamente a China, país que terminará enfrentándose con su segundo tienanmen porque los pueblos, aunque sea en zigzag, caminan siempre hacia la libertad. Así lo cree Chomsky que, en su lúcida ancianidad, sigue siendo el filósofo anticipador de siempre. Eric Schmidt por su parte afirmó: «El big data es tan importante que las naciones Estado acabarán luchando por él».
Según Pedro Pardo, las empresas chinas Huawei y ZTE son líderes en el 5G y «Pekín puede saberlo todo de la economía de un país, o lanzar ciberataques que literalmente desintegren esa economía». Donald Trump tuvo conciencia de la nueva realidad y, a pesar de todos sus arrebatos personales y su desbocada soberbia, trató de combatir el avance digital chino, alineando a Estados Unidos en la nueva competencia.
La quinta generación electrónica, que ha multiplicado por 40 la velocidad en la descarga de los datos, se abre ya al 6G y al 7G y señala un futuro en el que la privacidad habrá desaparecido y todo, o casi todo, se controlará desde el teléfono, lo mismo el automóvil que la casa inteligente. Los servicios de 5G que ofrecen China Unicom, China Telecom y China Mobile parecen propuestas de ciencia ficción. Pero constituyen ya una realidad.
«La guerra del 5G –concluye Pablo Pardo– es una combinación de política y estrategia. El vencedor puede hacerse con la llave del siglo XXI». Putin, desde su impotencia, ha llegado a la misma conclusión. Y hay que poner los pies sobre la realidad. En la Edad Digital el verdadero poder no está ni en el armamento nuclear ni en el desbordado capitalismo.