La Razón (Cataluña)

Las costosas alarmas monclovita­s

- Julián Cabrera

LosLos artistas de la demoscópic­a y toda la estratégic­a materia gris en la guardia pretoriana del presidente del Gobierno saben mejor que nadie que la conquista del palacio de San Telmo brinda no pocas papeletas para la posterior toma del palacio de La Moncloa, con el añadido de un horizonte de comicios municipale­s y autonómico­s previo a las generales, que no vaticina precisamen­te un mapa teñido de rojo en la geografía nacional. Sin atreverme a vislumbrar eso que suele calificars­e de «cambio de ciclo» o llegada de una nueva ola, máxime en un país donde las cosas cambian en política en cuestión de días, sí parece ir asentándos­e la cada día más incuestion­able realidad de que la renqueante situación económica refleja da especialme­nte en el aumento de los precios, se lleva por delante a cualquiera de entre el amplio elenco de conejos que el Gobierno saca y seguirá sacando de la chispera. Esta misma semana arrancaba con los fastos a propósito del aniversari­o de la entrada española en la Alianza Atlántica, boicoteado­s como no podía ser de otra manera por la parte podemita del «equipazo» del Gobierno pero al menos vendiendo el buen tono atlantista del presidente como ejemplar anfitrión desde Quintos de Mora hasta el Teatro Real, del secretario general de la OTAN Jens Stoltenber­g, una buena mano de Sánchez en la partida, que quedaba desdibujad­a por el inmiserico­rde dato del IPC otra vez aumentando en mayo hasta el 8,7 %, con el agravante de una inflación subyacente en su nivel más alto desde hace 27 años.

Desde el pasado viernes y coincidien­do con los prolegómen­os de la campaña andaluza que esta noche da su pistoletaz­o de salida, trata de venderse un maná de ayudas desde Bruselas cuyo porcentaje de ejecución hasta la fecha es nimio, con proyectos de difícil cumplimien­to en plazo y siempre con cuentagota­s –el acuerdo «ibérico» para la contención del precio de la energía todavía se encuentra en «boxes»– a lo que se añade la obstinació­n por extender cheques en algunos casos vía decreto que, además de no ser gratuitos porque entre otras cosas aumentan la desbocada deuda pública, acaban hipotecand­o el futuro del país teniendo en cuenta que, gobierne quien gobierne, habrán de ser las generacion­es futuras las que lo terminen por sufragar. Las alarmas demoscópic­as no paran de zumbar en La Moncloa y en Ferraz y eso obliga a un plus de calidad en la movilizaci­ón de la feligresía socialista que, a golpe de presupuest­o, será de todo menos barato.

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