Marion Cotillard, Juana vuelve a arder
Juan Beltrán
CuentaCuenta Álex Ollé, de La Fura dels Baus, que cuando habló con Marion Cotillard para proponerle hacer de Juana de Arco le llamó la atención su humildad y timidez, a la vez que su cercanía, incluso ese aspecto frágil, pero cuando está atada en el poste de la hoguera contado su vida a fray Dominique a modo de «flashback», con pantalones vaqueros y una camiseta blanca, Cotillard se convierte en una fiera interpretativa imbuida de ese espíritu de libertad y denuncia del horror que lleva intrínseco el personaje creado por Paul Claudel y Arthur Honegger en su oratorio. Un papel hablado que a menudo se asignado a grandes actrices, como la creación francesa de 1943 con Mary Marquet o la de 1953 de la Ópera de París con Ingrid Bergman y puesta en escena de Rossellini.
Aunque no pudo hacerlo en Francfort en 2015 por estar embarazada, el personaje le es sumamente familiar. Su madre, la también actriz Niseema Theillaud, ya lo había interpretado dirigida por su padre Jean-Claude Cotillard. Era 1992 y Marion estudiaba entonces en el Conservatorio de Orleans, la ciudad donde Juana de Arco había derrotado a los ingleses en 1429. Una década más tarde, el papel le fue propuesto nuevamente a su madre, que lo rechazó por la edad, y ella misma sugirió que se lo ofrecieran a su hija, quien lo recibió «como un regalo maravilloso», declaró entonces y asumió en 2005. Después vendrían Orleans, 2012, y Barcelona y otras ciudades, 2015, en versión concierto. concierto. La ganadora de un Oscar por su interpretación de la legendaria Edith Piaf, musa de Dior y declarada colaboradora de Greenpeace, que en alguna ocasión manifestó «haber necesitado siempre personajes muy ricos y de sensibilidad exacerbada», quedó impacta cuando vio a su madre representando a esta chica de 19 años que va a la hoguera. «Me pareció algo extraordinario, un papel de esos que aparecen una vez en la vida», y cuando tuvo oportunidad, no lo dudó. Cotillard está más familiarizada con los platós cinematográficos que con los escenarios teatrales, pero como actriz todoterreno que es, dice afrontar el papel con entereza, aunque su trabajo necesita notables esfuerzos para modelar el texto con los tiempos orquestales.
La expectación despertada por su presencia en el coliseo madrileño es enorme, como demuestra el ritmo de venta de entradas y una Sala Gayarre del teatro atestada de medios de comunicación. «En su día hice mis propias investigaciones para profundizar en el personaje, pero siempre hay un trabajo interior y uno técnico de conjunción con la orquesta. A pesar de haberlo representado varias veces, cada vez el papel es diferente, porque la prosodia también lo es y el ritmo musical con tantos instrumentos resulta complicado y difícil de controlar. Y, aunque la música no deja de ser matemática, cada director consigue darle una intención distinta. Cada vez descubro algo muy visceral del ritmo de la historia. Cada vez aprendo algo nuevo de la fuerza de Juana de Arco. Compartir esta experiencia en Madrid es una oportunidad maravillosa. Será una experiencia inolvidable», confesó.