«Pedro Sánchez pertenece a la picaresca de “El Buscón”»
Federico Trillo Escritor y ex presidente del Congreso de los Diputados
Alejado de la política desde hace cinco años, se entrega a su pasión: Shakespeare
Federico Trillo «tenía una historia que contar», dice, por lo que se lanzó con «El censor de Shakespeare» (Espasa), una novela que apuesta por «los contenidos de investigación histórica y la ficción» y que nace de su anterior libro, «El poder político en los dramas de Shakespeare», aunque, sobre todo, viene de su pasión por el autor inglés.
¿Lo ha tenido mucho tiempo en la cabeza?
Desde que, en 1999, visité el seminario para documentar mi tesis doctoral sobre Shakespeare y el poder político, pero tenía una actividad que no me lo permitía.
¿Y lo sabemos ya todo del inglés?
No, pero sí lo suficiente para confirmar que fue el autor de sus obras y no apoyar esas teorías de que Bacon y otros estuvieron detrás.
¿Y qué falta por conocer?
Bueno... Este libro me ha dejado alguna puerta abierta que estoy desarrollando en el Archivo de Simancas. Y no digo más.
Una obra de él y un motivo.
«Macbeth», el drama mejor acabado sobre el poder político. Sangre y luto. Es terrible.
Shakespeare y poder es un binomio inseparable, ¿no?
En este libro vemos, como dijo Harold Bloom, el valor del ser humano: capaz de perversiones monstruosas y de hacer las cosas más maravillosas.Enestecaso,tenemos un canto a la amistad de Shakespeare y el censor, William Sankey, de un autor del Londres isabelino y un jesuita. Sus obras demuestran que el corazón del hombre es el mismo siempre. Las dos grandes pasiones son el amor y el poder, independientemente de la época. En Shakespeare está todo.
¿Cuál fue su primer encuentro con el inglés?
Con quince años tuve el privilegio de contar con un muy buen profesor de inglés. Tenía sus obras completas en inglés y me las dio y, aunque no las entendía, me entraban por ósmosis, como decía Valle-Inclán.
¿Y quién fue Sankey?
Un jesuita. Un hombre nacido en un pequeño pueblo de Inglaterra en el que el catolicismo está proscrito y al que seguir su vocación le exige un desarraigo de su patria. Tras idas y venidas, se reencuentra con su antiguo compañero de estudios, Shakespeare, un hermano, su alma gemela. Y, finalmente, termina como censor de sus obras.
¿La guerra Sol-Génova de hace unos meses tuvo algo de trama shakespeariana?
Sí. Pero, para mí, contó con la parte del peligro político de dejar escapar la alternativa ante un poder tan brutal como el de Sánchez. Ayuso y Casado son grandes amigos que se han visto enfrentados por el poder. Vimos fronteras que no se pueden cruzar, como el uso de determinados medios de investigación de la vida privada, el chantaje por informaciones... Un pequeño drama shakespeariano, pero Casado lo entendió y renunció. Luego, el PP ha demostrado que es un partido capaz de rehacerse. Y, además, no hubo sangre.
¿Y Sánchez tiene hueco en este corpus?
No, pertenece a la picaresca española de «El Buscón» o «Rinconete y Cortadillo». Es de los que mienten a diario para sobrevivir.