Boris Johnson, recibido entre grandes abucheos
► El «premier» Boris Johnson tiene un problema con los trajes y los chaqués. Siempre da la sensación que le quedan grandes. Suman puntos a esa imagen caótica cuyo emblema inconfundible es una melena que alborota a propósito. El chaqué, sin embargo, pasó a un punto completamente secundario por los grandes abucheos con los que fue recibido a su llegada a la catedral de St. Paul. No es algo con lo que contara, a juzgar por la cara de asombro que no pudo ocultar al subir las grandes escalinatas acompañado de su mujer, Carrie, impoluta con un vestido rojo con tocado. La pareja se casó el año pasado en lo que supone el tercer matrimonio para el líder tory. Johnson pensaba que iba a tener un respiro en medio de la presión que sufre por el escándalo del «Partygate». Pero quedó patente que los ciudadanos no le perdonan las fiestas celebradas en Downing Street en plena pandemia. Y la reacción del público no es algo que vaya a pasar desapercibido el Partido Conservador, que la próxima semana podría forzar una moción de confianza sobre su liderazgo. Lejos de dar carpetazo al asunto tras recibir una multa por parte de Scotland Yard al romper la normas – el primer jefe de Gobierno en la historia del Reino Unido en ser sancionado por violar la ley–, deberá enfrentarse ahora a una investigación por posible desacato. Y si se demuestra que mintió a Westminster, se podría forzar su dimisión. Los problemas no quedan ahí. Los tabloides aseguran que su matrimonio con Carrie no pasa por su mejor momento. Durante el desfile militar del viernes, fue muy comentado su lenguaje corporal exento de cualquier muestra de afecto. Así que no fue casual que se dieran la mano ayer al entrar en la catedral.