La Razón (Cataluña)

Horford y la tormenta perfecta de los Celtics

► El equipo de Boston se impone en el arranque de las Finales con el dominicano liderando una exhibición de tiro ante los Warriors

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Al Horford cumplió ayer 36 años. El dominicano es el ala-pívot titular de los Celtics y vive su décimo quinta temporada en la NBA. Pasó por Atlanta, Boston, Philadelph­ia y Oklahoma antes de regresar este curso a Boston. En trece de sus quince años en la Liga ha disputado los playoffs, pero jamás había alcanzado las Finales. Puede presumir de ser el jugador que más partidos ha disputado en la historia de los playoffs (141) antes de alcanzar la lucha por el anillo. Pues en su estreno en la serie decisiva ante los Warriors, Horford se convirtió en el ejecutor de los Celtics con 26 puntos y una exhibición en el tiro de tres. En Boston no sólo él, ningún otro jugador ha disputado unas Finales. Dio igual, los Celtics dieron una lección en el primer partido de la serie.

Los Warriors llegaron a mandar en el tercer cuarto por quince puntos y alcanzaron el parcial definitivo con un consistent­e 92-80. Lo que sucedió luego ya forma parte de la historia de la NBA. Con los Celtics tambaleánd­ose y su referente, Tatum, desacertad­o en el tiro, el equipo se echó en brazos de Jaylen Brown (24 puntos, 7 rebotes y 5 asistencia­s). Kerr dio una tregua a Curry y Wiggins y Boston lo aprovechó para sumar un parcial de 2-12. Fue el principio del fin para el campeón del Oeste. Volvieron los dos máximos anotadores de los Warriors, pero los Celtics ya habían cogido carrerilla. De un primer intercambi­o de golpes se pasó a un recital de Boston desde la línea de tres. Anotaron sus siete primeros intentos del cuarto definitivo. White (5/8), Brown (2/8), Pritchard (2/3), Horford (6/8), Smart (4/7)... el brutal acierto exterior dejó a los Warriors en la lona y sin capacidad de respuesta. El vigésimo primer triple de los Celtics selló un parcial de 0-17 (16-40) en este periodo y noqueó a los que hasta ayer eran los favoritos para el título.

El desenlace fue el colofón a un partido soberbio que empezó con un recital de Stephen Curry. En un pabellón en el que una cerveza cuesta 16,50 dólares; una copa de vino, 17,50 y la entrada a uno de los bares, no para ver el partido, sólo para consumir, 100 dólares, Curry decidió justificar el desembolso del personal. Al mejor tirador de la historia le contemplan tres anillos, pero tiene pendiente el MVP de las Finales. Quizá por eso arrancó como lo hizo. Como si la lucha por el título de la NBA estuviera huérfana de argumentos. Se destapó con una locura en el primer cuarto: 21 puntos con 6/8 en triples, 3 rebotes y 2 asistencia­s ante la mejor defensa de la Liga. Desde Jordan en 1993 nadie había anotado tanto en un cuarto de las Finales. A los Celtics tampoco les importó demasiado porque sólo le acompañaro­n en la anotación los otros dos exteriores, Thompson y Wiggins. En Boston no sonó ninguna alarma. Los Celtics respondier­on con la defensa y con la misma medicina de los locales, el acierto exterior. Un dato: al descanso los 20 triples anotados entre los dos equipos eran el récord en la historia de las Finales. Los Celtics equilibrar­on el choque jugándose a lo que ellos querían y sobrevivie­ron a un tercer cuarto explosivo (38-23 para 92-80). Luego llegó la tormenta perfecta de los de Boston.

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