La Razón (Cataluña)

Vuelven hasta los quesos rodantes

«Tras dos años de parón regresa una de las competicio­nes más peligrosas del mundo»

- Esther S. Sieteigles­ias

Con el regreso a la normalidad han vuelto los festivales, con más fuerza que antes. Tras dos años de parón, este domingo se reanuda uno de los eventos más absurdos y sorprenden­tes del mundo. Posiblemen­te usted haya visto las imágenes de decenas de personas lanzándose por una empinada colina detrás de un queso. Centenares de curiosos se agolpan en los laterales y al pie del cerro para ver una mezcla de buenas caídas e insensatez humana a partes iguales. Como los corredores llevan desde 2020 aguantándo­se las ganas, la edición de mañana promete una buena cosecha de lesiones y rupturas de tobillos.

La colina de Cooper se sitúa en Brockworth, a las afueras de la ciudad de Gloucester, Inglaterra. En esta zona llueve bastante: además de la pendiente (irregular) del 50% se suma la dificultad de que el terreno suele estar muy resbaladiz­o.

Cada año hay más categorías de carreras, porque cada vez hay más adeptos a este ¿deporte? de riesgo. Incluso viajan desde Australia o Canadá a hasta este pequeño pueblo para participar en la galopada. El queso rodante –un Gloucester con toques de mantequill­a– sale un segundo segundo antes que los competidor­es. El de los adultos pesa unos 3,6 kilos.

Como todo en esta vida, hay quien se lo toma muy en serio y quien se toma unas pintas de más para tener el valor de recorrer esos 182 metros de arriesgada ladera. Chris Anderson, de 34 años, se manifiesta orgulloso de ostentar el récord de victorias en este Festival del Queso Rodante. El 22 veces campeón vuelve con apetito a pesar de fracturars­e el tobillo en 2005, sufrir una contusión renal en 2010, o desgarrars­e el músculo de la pantorrill­a izquierda en 2018. Soldado y amante de las motos de campo, Anderson volverá a salir mañana a por todas. Irá apropiadam­ente ataviado para la ocasión: una camiseta de manga larga con la «Unión Jack», en honor al jubileo de la reina Isabel, y un lazo de la ONG NKH Crusaders, que conciencia y recauda fondos para la investigac­ión de la enfermedad rara NonKetotic Hyperglyci­nemia (NKH).

Anderson ya lo ha demostrado todo en esta competició­n. Pero si se vuelve a alzar con el queso rodante, sentirá una vez más esa magnífica sensación: La de llegar y decir: «Gané».

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