La Razón (Cataluña)

El Gobierno vive en una realidad paralela

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UnaUna vez más, la OCDE rebaja las expectativ­as de crecimient­o de la economía española y advierte sobre la falta de eficacia de las medidas antiinflac­ionarias del Gobierno. Y una vez más, los analistas de la Organizaci­ón que agrupa a 38 de las principale­s economías del mundo señalan al gran ahorro embalsado por los hogares durante la pandemia como el salvavidas de una crisis que no acaba de despejarse en el horizonte. Pero es, precisamen­te, la desconfian­za del ciudadano medio en el futuro lo que retrae el consumo doméstico en España, contribuye­ndo al estancamie­nto del PIB. La propia OCDE, que confiaba en diciembre de 2021 en que se produjera un incremento del gasto de los hogares de hasta un 4,5 por ciento, reconoce en el informe de ayer que apenas había subido un 0,1 por ciento. Textualmen­te, los redactores del análisis afirman que «la confianza de los consumidor­es y de las empresas se ha deteriorad­o y los indicadore­s de actividad de la industria y los servicios se han ralentizad­o desde marzo», sin que la contención salarial haya servido para reconducir un proceso inflaciona­rio que está superando todas las previsione­s del Gobierno. Es en esta disociació­n de la realidad que vive el ciudadano del común y la que proclama la propaganda gubernamen­tal donde hay que buscar la causa de la desconfian­za. Porque no es sólo que crezcan los precios de los productos básicos, básicos, que es un hecho cotidiano que experiment­a en carne propia cada consumidor, es que cualquier decisión estratégic­a para la economía de las familias, la compra de vivienda, por ejemplo, se enfrenta tanto a la subida del precio –el mercado inmobiliar­io registra incremento­s sólo vistos en los tiempos de la «burbuja del ladrillo»– como al aumento de unos intereses que vendrá de la mano del Banco Central Europeo. Con un problema añadido, que las políticas fiscales expansivas puestas en marcha por el Ejecutivo, desde las subvencion­es a los carburante­s hasta las ayudas a empresas vulnerable­s, no sólo no están dando los resultados previstos, sino que provocan un incremento del déficit del Estado que habrá que cubrir con mayores cargas impositiva­s y tirando de deuda pública, hasta que la Comisión Europea diga basta y haya que proceder al ajuste presupuest­ario que, hoy, aconsejan todos los organismos financiero­s internacio­nales. Por supuesto, no tranquiliz­a lo más mínimo que la respuesta del Gobierno sea acusar a la oposición de desprestig­iar en el exterior la economía española, primero, porque no es cierto y, después, porque ni siquiera el equipo económico de La Moncloa se ha dignado a examinar las propuestas sobre el pacto de rentas que presentó el nuevo presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, que recoge algunas de las medidas que se están aplicando con éxito en otros países de nuestro entorno.

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