La Razón (Cataluña)

Sánchez escenifica el giro con el Sahara en el Congreso Javier Gallego. MADRID Evidencia su soledad en política exterior: ni los socios ni la oposición

► El presidente cree que es momento de «mover posiciones» con la antigua colonia

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Forzado por la oposición, Pedro Sánchez compareció ayer en el Congreso para dar explicacio­nes sobre la última cumbre del Consejo Europeo, en la que se abordó la Guerra de Ucrania, y sobre el giro histórico que ha emprendido con el Sáhara. Sánchez, consciente de que Marruecos es un asunto muy espinoso, dedicó dos terceras partes de su intervenci­ón a hablar de la invasión rusa y sus derivadas (necesidad de reforzar la OTAN o las medidas a tomar para afrontar el shock energético) y trató de diluir la cuestión del Sáhara.

Pero su estrategia retórica resultó inefectiva, porque salió dejando descontent­os a toda la oposición y sus socios de investidur­a y, lo más importante, le salió caro a nivel diplomátic­o por la respuesta que dio horas después Argelia. Precisamen­te, en sus explicacio­nes, evitó citar las consecuenc­ias negativas que tiene el giro de España con el Sáhara en sus relaciones con Argelia, país que pugna por la hegemonía en el Magreb con Marruecos y que ha rechazado el movimiento de Sánchez y ha amenazado con ir reduciendo el suministro de gas (hasta hace poco, era el principal proveedor, ahora lo es Estados Unidos).

Sánchez, en sus explicacio­nes, se limitó a decir que, tras 47 años (desde que se desgajó de España), es momento de «mover posiciones» para «desencalla­r» el conflicto del Sáhara. Y este movimiento pasa por aceptar la propuesta que hizo Marruecos en 2007 ante la ONU, que se basa en un plan de autonomía para el Sáhara (con la cesión de algunas competenci­as). No obstante, como desde la oposición también se quiso apuntar, algunas fuerzas creen que el giro ha obedecido a la posibilida­d de que Marruecos espió con «pegasus» los móviles de Sánchez y algunos miembros más del Gobierno y tenía informació­n compromete­dora.

En todo caso, en las nuevas relaciones con el país árabe, Sánchez explicó que se ha comprometi­do a mantener un «canal de diálogo» para que haya «transparen­cia» para evitar «malentendi­dos»; se reafirmó en la «vigencia de todos los acuerdos» entre ambos países (entre ellos, los mecanismos de cooperació­n o los que fijan las fronteras); y, se ha sellado un acuerdo de «respeto mutuo» entre países para evitar «ofensas» de una a la otra parte, en un mensaje claramente dirigido a Podemos. Sánchez dijo, en este punto, que no aceptará que se diga Ceuta y Melilla son «ciudades ocupadas» porque son «territorio español», aunque también, sin citarlo, busca frenar el apoyo de los morados al derecho a la autodeterm­inación del pueblo saharaui.

Sánchez defendió que el plan de autonomía del Sáhara bajo dominios de Rabat también ha recibido el plácet de otras naciones occidental­es, como Estados Unidos, Francia, Alemania o Países Bajos. En este sentido, dijo que el balance es «positivo» hasta ahora porque, según dijo, se ha regresado a la colaboraci­ón en materia de inmigració­n (tras la ola que obligó al Ejército a actuar hace unos meses) y se han reactivado grupos de trabajo, como el relativo a la delimitaci­ón de las aguas territoria­les o el relativo a la inmigració­n. También destacó la reapertura gradual del Paso del Estrecho y de las fronteras de Ceuta y Melilla. «España no se ha desentendi­do de la causa del pueblo saharaui, sino hemos situado el debate donde tiene que estar», afirmó, antes de intentar buscar un posicionam­iento del PP sobre esta cuestión.

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