Los nuevos «frentes fríos»
MeMe da hasta vergüenza escribir de este asunto. El Sáhara fue una fuente de riqueza y un hogar para muchísimos españoles que aún tienen memoria de su infancia allí. Las minas de fosfatos fueron el trasfondo de una convivencia larga y fecunda. Es verdad que una guerra crudelísima en África empañó todo ello, pero nuestro compromiso final al dejar la colonia fue ayudar a los saharauis a elegir su destino, como indicaban los acuerdos internacionales. En los procesos de descolonización, los territorios nacientes tienen derecho a votar. Y los españoles nos implicamos en que los saharauis pudiesen elegir algún día si querían ser un país independiente o convertirse en parte de Marruecos.
De repente, hace nada, a Pedro Sánchez se le puso la idea de dar un volantazo. En un movimiento asombroso, decidió entregar a los habitantes del Sáhara a Marruecos, hacer papel mojado con el compromiso del referendo y convertirse en aliado preferencial de Rabat. Aquella alucinante decisión se selló con una cena en los palacios del sultán.
Lo que ha pasado a continuación era los esperable. Argelia, el gran aliado del Sáhara Occidental, que ha recogido en sus territorios durante décadas a los refugiados, ha roto ahora con nosotros. Insisto, era totalmente previsible.
Lo que no se entiende es cómo no lo tenía previsto este Gobierno ni lo calculó este extraño presidente nuestro. Perdemos nuestras exportaciones a Argelia (tractores, maquinaria pesada, aparatos eléctricos, cerámicas, carne, manufacturas de cartón y papel) y peligran los precios del gas, que
recibimos por gasoducto desde Argelia. ¿Nadie había pensado en esto, de verdad?
Dicen algunos que la decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viene tutelada por Washington y tiene que ver con un cambio estratégico internacional. Que están surgiendo nuevos frentes «fríos» en torno a Estados Unidos y Rusia, y que nos corresponde alinearnos con Estados Unidos, pero lo que no entiendo en absoluto es el silencio, la rudeza, la brusquedad y el absoluto desprecio a nuestros aliados durante décadas. ¿De verdad alguien creía que Argelia no iba a reaccionar?
La «Realpolitik» es un término viejo. A ver si alguien piensa que es la primera vez que un mandatario traiciona a sus aliados por un interés superior. Willy Brandt aguantó el chorreo de los más conservadores cuando decidió saltarse las líneas rojas que nos separaban de los países comunistas y empezó a tender la mano a los países del Este, que estaban aherrojados por Moscú. Se trataba de tender puentes más allá del Muro de Berlín. Pero Brandt no puso en peligro a sus aliados. Cada paso se habló y se midió. Pedro
Sánchez ha cambiado completamente nuestro tablero de juego en el Magreb sin explicarnos nada a ninguno de nosotros.
Así que no me pidan aclaraciones, queridos lectores. No entiendo nada.
Me parece muy grave la crisis diplomática con Argelia, lamento muchísimo las pérdidas económicas de los empresarios españoles que exportaban a este país, me echo las manos a la cabeza con la posibilidad de que este invierno el gas sea moneda de cambio política, pero no puedo aportar soluciones. ¿A quién se le ocurre abrir un melón semejante en plena Guerra de Ucrania?
No comprendo cómo no se mantuvieron conversaciones con Argel. Cómo no se sopesaron pros y contras con los argelinos. Cómo ni siquiera se comunicó tan grave decisión a los representantes saharauis, a los que se les ha quedado cara de asombro. Una decisión tan radical, que cambia la política española desde nuestra salida del Sáhara, exigía un acuerdo de Estado, conversaciones con la oposición y los exministros que han llevado la diplomacia española. Incluso un debate parlamentario.