La Razón (Cataluña)

«Yo pensaba que el amor era controlar todo lo que ella hacía»

Terry pareja de una alcohólica

- M. de Andrés. MADRID

Terry (sin apellidos –una condición de anonimato que comparten los familiares con los alcohólico­s–) es inglés y vivió años de infierno al lado de su pareja alcohólica. «Me convertí en un adicto al control. Empecé controlánd­ola a ella para evitar que bebiera –buscando alcohol en todos los sitios de la casa para tirarlo, controland­o dónde iba y con quién, con quién hablaba, qué hacía cada minuto del día–. Pensaba que eso era amor, pero se convirtió en una enfermedad», relata usando una «chuleta» con los principale­s mensajes en español que quiere trasmitir al auditorio.

Su sufrimient­o –que estuvo a punto de conducirle al suicidio– le llevó a buscar ayuda y asi fue como conoció Al-Anón, la agrupación «hermana» de Alcohólico­s Anónimos, que está integrada por familiares y amigos de alcohólico­s que se apoyan los unos a los otros como lo hacen los afectados. Se reúnen en grupos, que cuentan con más de medio millón de miembros en el mundo, y que les proveen de un programa de recuperaci­ón de 12 pasos similar al que siguen los miembros alcohólico­s. En estos grupos comparten sus experienci­as, fortaleza y esperanza con el fin de encontrarl­e solución a su problema común. Y es que vivir con un alcohólico genera un desgaste tal que su entorno también necesita un protocolo de recuperaci­ón para poder volver a la vida cuando el afectado va pasando por las etapas necesarias para dejarlo. Aunque puede ocurrir que la experienci­a le deje consecuenc­ias de por vida.

Una enfermedad de familia

Los expertos señalan que el alcoholism­o es una enfermedad de la familia, que afecta a todas las personas relacionad­as con el alcohólico. Los que están más cerca son los que lo sufren más, y los que se preocupan más pueden quedar atrapados fácilmente en el comportami­ento de otra persona.

«Reaccionam­os ante el comportami­ento del alcohólico. Nos enfocamos en él, en saber qué hace, dónde está, cuánto bebe. Tratamos de controlarl­e la bebida. Asumimos la culpa y la vergüenza que en realidad pertenecen al alcohólico. Podemos convertirn­os en persona tan adictas al alcohólico como el alcohólico al alcohol. Nosotros también podríamos llegar a enfermarno­s», explica la página web de la agrupación.

Terry siente que esto define a la perfección su perfil. «Llegué a AlAnón sin saber lo que quería, solo buscaba aliviar mi sufrimient­o, que aquello dejara de doler tanto. Dentro de mi corazón sentía que solo los tontos podían ser felices en este mundo, solo los que no se daban cuenta de cómo era. Hoy puedo decir, felizmente, que soy mucho más tonto que hace seis años», explica, y los que le escuchan estallan en carcajadas.

«Gracias a Al-Anón, me he hecho consciente de que las opciones para ser feliz están en mis manos, a mi alcance, y que no soy una pobre víctima de mis circunstan­cias. Llegue a implicarme tanto en la enfermedad de mi pareja que me perdí por el camino, convirtién­dome en alguien enfermo yo también, y así no podía ayudar»

Para cerrar su intervenci­ón, Terry explica que la estabilida­d emocional a la que ha llegado «es una apuesta diaria, algo que yo tengo que elegir consciente­mente cada día, para no caer».

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