Coletazos del «enfant terrible»
► Houellebecq presenta una obra irregular, pero grande, en la que dibuja una Francia sin izquierdas y una extrema derecha en ascenso
Esta novela es una prueba más de porqué Houellebecq es el escritor más leído de Francia y uno de los más seguidos en Europa. En este caso, mezcla el thriller geopolítico con el melodrama familiar, los atentados y sus espías, sobre un lecho esotérico a las finas hierbas. Estamos en un futuro no muy lejano... en la campaña presidencial francesa de 2027. Macron no se presenta a la reelección por imposibilidad constitucional pero quiere colocar a un presidente de paja, un presentador de televisión ambicioso. Nuestro protagonista es Paul Raison, alto funcionario del Ministerio de Economía y Finanzas. En esta narración de política-ficción, la izquierda no subsiste y la extrema derecha continúa avanzando a pasos agigantados. En medio de este tapiz, el padre de Raison, ex DGSI, sufre un infarto que empujará al protagonista a reencontrarse con su catoliquísima hermana y su marido, notario en paro.
Entonces se produce un ataque terrorista. Mientras la familia de Paul intenta sobrevivir, las agresiones se multiplican sin que nadie sepa quiénes son los perpetradores. Con su pesimismo medular y su sombrío humor, el francés sigue en forma como autor de «novelas de ciencia ficción» con una visión diestra sobre nuestra civilización sumida en una decadencia generalizada. La novela no es brillante desde el minuto cero pues la acción arranca de forma excesivamente lenta. Uno llega a dudar si está leyendo al legendario «enfant terrible» o a un suplantador. Pero cuando viene el primer conato de aburrimiento, el libro alcanza la velocidad supersónica y las interacciones entre los protagonistas se vuelven jugosas, alimentadas por magníficos secundarios. El libro termina convirtiéndose en genial, a pesar de sí mismo y de su propio autor. Todos los manierismos del creador de «Las partículas elementales» se encuentran convocados en estas páginas. Estilo vertiginoso y eficaz, con altibajos y deslavazado pero, siempre, sublime. Sentencias de cuñado amalgamadas con otras de una lucidez pasmosa que convergen en una mirada naturalista del siglo XXI, sin olvidar la ácida chanza hacia los progres y su hipocresía. Houellebecq en estado de gracia capaz de razonar que «toda vida es más o menos un fin de vida».
Lo mejor ▲
Una magnífica planificación de la trama sumada a una narración tradicional
Lo peor ▼
Unos tediosos episodios oníricos que, menos mal, no desmoronan la arquitectura narrativa