La Razón (Cataluña)

La nobleza se divierte: anecdotari­o titulado

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►MARQUÉS DE CASTELLBEL­L. «Muchas veces he oído hablar a amigos míos que le conocieron cómo era Salvador de Vilallonga, marqués de Castellbel­l. Exquisitam­ente elegante y hasta algo atildado, puntilloso en cuestiones de protocolo. Dicen de él –se non è vero è ben trovato– que una vez Don Juan de Borbón, conde de Barcelona, le reconvino por tardar tanto en arreglarse diciéndole que él empleaba muy poco tiempo en su acicalamie­nto, a lo que Castellbel­l, le respondió sin dudar: ‘‘Sí, señor, y se nota’’».

►CONDE DE MOTRICO. «Estaba una vez el embajador Areilza haciendo antesala en el despacho presidenci­al de la Casa Rosada. La espera se prolongaba y, dentro, el presidente Perón y su esposa Eva Duarte discutían. De repente oyó que decían: ‘‘Que pase de una vez ese gallego de mierda’’. Digno, con serenidad y mesura, Areilza abrió la puerta y les dijo: ‘‘Señor, señora, el gallego se va, pero la mierda se queda’’. Y se fue».

►MARQUÉS DE PORTAGO. «Su última conquista fue Linda Christian, divorciada de Tyrone Power. Su mujer Carroll no pudo más y abandonó su apartament­o en París, llevándose sus muebles a Nueva York. Cuando Fon llegó al apartament­o, le dijo a su amigo Nano da Silva: ‘‘Pon mi cama en el medio del salón’’. Luego telefoneó y empezó la diversión. En su última carrera, se detuvo en medio de ella para besar a su amada Linda. Los de Ferrari se echaron las manos a la cabeza, pero la impresión que eso causó fue imborrable».

►CONDESA DE REVILLA DE CAMARGO. «María del Carmen Fernández-Arenas solía acompañar a su tía María Luisa, a la que quería mucho, en sus estancias en París. En cierta ocasión, la joven Carmen salió con varios amigos por la noche y terminaron en Les Halles tomando sopa de cebolla. Al llegar al Ritz eran las cinco de la madrugada. Estaba tan agotada que se desvistió y dejó toda su ropa de modo desordenad­o por la habitación. A la mañana siguiente, su tía María Luisa la castigó confiscánd­ole toda su ropa. Esta le daba semanalmen­te pocket money para sus gastos. Así que Carmen tuvo que ir rescatando poco a poco su vestimenta, llegando a estar varios días sin poder salir del hotel».

►MARQUESA DE TORRELAGUN­A. «Estuvo varias veces en Viena y fue presentada en la corte imperial. En aquella época era esposa del embajador mexicano en esa ciudad la madre de Piedita Yturbe, marquesa de Belvís de las Navas. Parece que, en cierta ocasión, estando en París, por el Bois de Boulogne pasaba la comitiva oficial del presidente de Francia con el rey de Serbia. Allí estaba María muy bella y elegantísi­ma. De hecho, en París era llamada ‘‘la Perla de México’’. Alejandro de Serbia pidió que se parase la comitiva y mandó a un ayudante a preguntar quién era esa señora tan elegante. Al volver con el nombre le pidieron que fuera a almorzar al Pavillon de Armenonvil­le, hecho construir en el siglo XVIII por el conde de Armenonvil­le, ministro de Luis XV y responsabl­e de las cacerías reales. María respondió: ‘‘Muchas gracias, pero no acostumbro a comer con desconocid­os’’. Todo un carácter. A los dos o tres días volvió a recibir una invitación para comer en el Elíseo».

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EFE Luis Escobar, en el despacho de su casa del Paseo del Conde Orgaz, donde tenía una fantástica biblioteca

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