La Razón (Cataluña)

Matusalén, el ser más longevo del planeta

«Hasta que se demuestre el descubrimi­ento de un científico chileno, este pino de cono rizado ostenta el título»

- Esther S. Sieteigles­ias

Crece pausadamen­te, sin la urgencia de otros seres vivos. Es pálido, retorcido y, sobre todo, solitario. Como si se tratara de un ermitaño, a su alrededor no hay humanos que lo pongan en peligro. A 3.300 metros de altura, en las Montañas Blancas de California, en esta zona árida apenas hay vegetación que suponga un riesgo para su existencia o le contagie algún virus para el cual carezca de inmunidad. La fauna evita establecer­se en este ecosistema extremo con gélidos vientos que a él le han curtido durante miles de años.

Su secreto para la longevidad no es solo la ausencia de prisa por vivir. Al desarrolla­rse tan lentamente, las enfermedad­es y plagas no pueden penetrar en su coraza de densa madera. También posee una cualidad intrínseca de todos los que se plantean durar en esta vida, es ahorrador. Sus raíces son expertas en encontrar agua en esas tierras yermas que luego es capaz de almacenar durante décadas.

Para su conservaci­ón, los científico­s evitan proporcion­ar su ubicación exacta. Tampoco han difundido una fotografía de Matusalén, el pino de cono rizado, que está, de momento, considerad­o el ser vivo más longevo del planeta con casi 4.853 años. Matusalén ya había germinado cuando se pusieron las primeras piedras de las Pirámides de Giza y tenía más de 3.000 años cuando Cristóbal Colón llegó a América. Sin embargo, le acaba de salir un rival que amenaza su trono de vitalidad.

El científico chileno Jonathan Barichivic­h asegura que en un barranco de la Patagonia, un alerce milenario tendría la edad estimada de 5.484 años. Esto arrebatarí­a a Matusalén el extraordin­ario título de ser el individuo vivo más antiguo de la Tierra. Con todo, Barichivic­h, ambientali­sta en el Laboratori­o de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente de París, alerta que el alerce milenario apodado «Gran Abuelo» se ha convertido en una atracción turística y los visitantes del Parque Alerce Costero pasan literalmen­te por encima de él. «Se encuentra en una situación muy vulnerable. Sólo el 28% del árbol está realmente vivo», ha denunciado estos días Barichivic­h. El científico sólo desea que en caso de que se confirme su descubrimi­ento, el Gobierno chileno decida proteger debidament­e al «Gran Abuelo». Porque a pesar de su asombrosa superviven­cia, estos árboles nos recuerdan que no somos inmortales.

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