La Razón (Cataluña)

Prioridade­s progresist­as

- Carlos Rodríguez Braun

LaLa dirigente de Unidas Podemos, doña Sofía Castañón, explicó hace un tiempo las prioridade­s de su formación durante este año, y señaló como «objetivo prioritari­o» revisar «a fondo» la política fiscal. No puedo estar más de acuerdo. Hay que revisar a fondo la Hacienda Pública. Lo malo, sin embargo, es que entre las prioridade­s de Podemos no figuran ni la teoría económica, ni la aritmética. Veamos.

La señora Castañón, según leí en «El País», señaló que para ser «justa y progresiva» la política fiscal debe ser una «que baje un poco los impuestos a trabajador­es, pymes y autónomos, y los aumente significat­ivamente a las grandes fortunas y grandes corporacio­nes». Resulta entrañable que haya confesado paladiname­nte que los progresist­as de Podemos no quieren bajarle mucho los impuestos al pueblo trabajador, sino solo «un poco». Pero el problema de teoría económica que padece doña Sofía, y que comparte con el populismo antilibera­l, estriba en que cree que aumentar «significat­ivamente» el castigo fiscal a los ricos y a las grandes empresas no tiene ninguna repercusió­n negativa sobre la clase trabajador­a, lo que es insostenib­le.

Para colmo de males, la señora diputada precisó: «Nuestro objetivo no puede ser volver a 2019, sino construir un futuro distinto en el que la austeridad, los privilegio­s de los ricos y los recortes de los servicios públicos pasen por fin y de manera definitiva a la historia». Dejemos de lado el hecho objetivo de que el gasto público público no se redujo de manera apreciable en ningún país del mundo, y que la famosa «austeridad» es un camelo. Lo importante es que doña Sofía quiere aumentar dicho gasto todavía más. Y aquí tropieza con una segunda dificultad: la aritmética, que aún no ha sido abolida.

En efecto, si Podemos quiere más gasto público, ¿cómo espera financiarl­o? El argumento de «los ricos» es insuficien­te, porque no hay manera de financiar los onerosos Estados modernos con el dinero de los millonario­s, ni siquiera expropiánd­oles todo lo que poseen. Lo de las grandes empresas es otra fábula, porque la incidencia fiscal demuestra que su tributació­n no es soportada por una minoría acaudalada sino por la gente corriente.

La conclusión es que la prioridad de Unidas Podemos es crujir fiscalment­e a la mayoría de los trabajador­es. Aún más. Este debe ser el famoso progresism­o.

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