Errores humanos
TodosTodos los que compartimos nuestras vidas con un animal doméstico deberíamos tener muy presente que somos los últimos y los únicos responsables de su salud; que, depende de nuestro interés o dejadez, de nuestro buen o mal hacer, ellos disfrutarán de una mejor o peor calidad de vida.
La práctica totalidad de los problemas se evitaría con una sencilla combinación: una correcta y completa información por parte de los verdaderos profesionales unida al verdadero interés del propietario para poner en práctica las informaciones recibidas.
Cariño «mal entendido»
No pocos humanos «humanizan» de forma sistemática a su compañero: comparten su comida con el animal, descansan y duermen en los lugares destinados al presunto racional, son bañados con una frecuencia impropia…
- Alimentación: estos animales se alimentan principalmente con comida preparada en casa, y no sólo eso, generalmente disfrutarán disfrutarán de un aporte regular (excesivo) de todo tipo de «chucherías».
El humano que provoca estas situaciones nunca llega a ser consciente de ello, ni llega a admitir que sus acciones pueden ser perjudiciales para su «mejor amigo»
- Higiene:
1) Piel y pelo: como estamos hablando de «exceso de cariño» nos detendremos en los lavados excesivos: nuestro perro, lejos de disfrutar de los beneficios que supone la humana rutina higiénica, obtendrá perjuicios de diversa índole si aplicamos una rutina excesiva sobre su especial tipo de piel.
2) Dientes: debería ser obligado olvidarnos del uso de ciertos «métodos» de higiene dental: huesos, pan duro, manzanas... En el mejor de los casos, estos inadecuados métodos solo desequilibran la ración diaria; en el peor, pueden provocar graves lesiones digestivas.
Odiosas comparaciones
Todos llevamos en nuestro interior al mejor seleccionador nacional de fútbol, al mejor crítico de cine y de televisión...
Todos nos permitimos el lujo de recomendar aquello que en algún momento de nuestras vidas nos dio resultado o nos sacó de un apuro.
Cuando hablamos de los perros, todos tenemos un veterinario, un especialista de comportamiento y un criador dentro; cuando un amigo nos plantea el problema de su querido animal, saltamos como un resorte y le proponemos algo que nos vino bien con un problema similar de nuestroa mascota, o algún que otro fármaco o remedio utilizado por algún que otro amigo o conocido...
Por desgracia, y por supuesto, que el remedio se aplicará sin necesidad de consultar al profesional; como mucho el veterinario entra en escena cuando el maravilloso tratamiento no ha dado el más mínimo resultado o incluso ha llegado a empeorar la situación.