La Razón (Cataluña)

Arroz con cosas de la generación vacía

Ingrid GarcíaJons­son es la protagonis­ta de esta adaptación teatral de María Ripoll

- Carmen L. LOBO Matías G. Rebolledo. MADRID

CantanCant­an los Camellos, quizá en su canción más popular, que «arroz con cosas» es lo mismo que «cosas con arroz». La misma analogía, esa que también deja espacio en los divertidos versos de la canción para recordarle alas generacion­es futurasque« yo a tu edad, tenía tu edad », es la del espíritu de una generación vacía, la golpeada por hasta dos crisis económicas y una pandemia, que ya no sueña con ser Napoleón y a la que ya solo le vale con cobrar una nómina. El suspiro, abnegado y resignado, es el mismo que utiliza María Ripoll en «Nosotros no nos mataremos con pistolas», película que se presentó en el pasado Festival de Málaga y que protagoniz­a Ingrid García-Jonsson. «Ensayando me daba muchísimo pudor poner según qué cosas sobre la mesa y reconocer que estoy o estaba en una situación muy parecida a la de mi personaje. Contarle eso a la gente es duro porque no sabes cómo se lo van a tomar», confiesa la actriz, que viene de estrenar «Veneciafre­nia» a las órdenes de Álex de la Iglesia: «Hay muchísimo de mí en el personaje. La entiendo perfectame­nte. La vida me ha dado muchos palos y seguidos, y me he dado cuenta de que lo que quería y hacia dónde iba no eran exactament­e lo mejor para mí. “Veneciafre­nia” fue una película dura y un proceso muy estresante. Y estaba un poco quemada con la profesión, me daba miedo volver a trabajar porque sentía que ya no iba a tener energía para hacerlo bien. Esta es una película sobre cómo contar algo sin contarlo, y eso interpreta­tivamente lo he disfrutado mucho», añade.

Valencia y un suicidio

Así, reduciendo la obra de teatro original en caldo de lenguaje cinematogr­áfico, la cinta aborda valenciana­mente el suicidio de la hermana del personaje de García-Jonsson, excusa argumental para trasladarn­os al Mediterrán­eo y crear un plato agridulce, entre la reunión nostálgica de viejos amigos y el éxtasis fiestero del Levante. «Las cosas te pasan y el mundo no se acaba. La vida sigue, y sigue, y sigue. No hay manera de pararla», se despide la actriz hispanosue­ca sobre el final de la película, ajeno a lo complacien­te. retrato que forman pinta mal no, peor: precarieda­d laboral, una embarazada que no tiene ni para alimentars­e ella y que piensa que la difunta se encarnó en una gallina, inestabili­dad emocional... El desencanto de la edad adulta. Mientras el arroz se quema, comienzan los consabidos reproches entre ellos y a circular libremente las copas y otras sustancias. Algún giro de guion nos parece inexplicab­le, pero la catarsis se produce definitiva­mente cuando aterrizan en las fiestas populares del pueblo entre bailes histéricos e intensos encuentros sexuales. A la mañana siguiente, sin embargo, quizá sigan los cinco tan «Solos ante el peligro» como días antes de comer ese tardío y feo arroz a domicilio.

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