Marta Moleón. MADRID «Si la canción ‘‘Carolina’’ es machista, Almodóvar también lo sería»
La mítica banda apuesta por la liturgia del directo y la intimidad del acústico con el lanzamiento de «Petit Comité»
Las letras de trap son mucho más macarras que las que escribíamos nosotros», aseguran
EnEn la mesa que sostiene la grabadora con la que vamos a registrar la entrevista hay varias cervezas y naufragios compositivos en forma de libretas con anotaciones. Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez, componentes de M Clan, tienen un recibimiento cálido y salvaje, como de camaradería de bar de Memphis maquillada con la estética clásica de señores del rock, una definición incorruptible que les lleva acompañando desde los compases del primer disco con el que iniciaron su andadura en 1995, «Un buen momento», y que ahora recupera la amplitud de su sentido gracias al lanzamiento de «Petit comité», su nuevo álbum con canciones de siempre grabado durante la pandemia con el que la banda de Murcia recupera la intimidad del sonido en directo.
Después de más de 30 años componiendo, ¿todavía quedan cosas que decir con la música?
Carlos Tarque: Yo creo que sí. Que tenemos cosas que decir y que hacer, como, por ejemplo, este disco, que son canciones antiguas, pero la propia performance de hacerlo para mí ya significa algo. Es verdad que cuanto más pasa el tiempo, lo ves todo más trillado y cuesta más animarse a hacer cosas o tener la idea perfecta. Pero yo creo que siempre quedan cosas por decir, sin duda.
Ricardo Ruipérez: Cuando tu vida es tu profesión, la vida pasa por muchas etapas, hay veces que quieres decir y veces que no. Pero sabiendo que toda tu vida eres músico y te dedicas a eso, pasas por bastantes. Estaba pensando en la carrera de Springsteen, cuando hizo «The Rising» en conmemoración de los atentados del 11-S y él mismo explicaba cómo la gente por la calle después de la tragedia le pedía que escribiera algo: esa situación le activó la vena compositiva. Las cosas que hay que decir tienen que ser pocas pero buenas, de verdad.
Con «Petit comité» vuelven a la intimidad del sonido en directo, del acústico, de la liturgia del escenario, en una época atropellada por el «streaming».
C. T.: Hicimos este disco porque, debido a la pandemia, tuvimos que adoptar este formato acústico que ya habíamos hecho previamente: reaccionamos muy rápido y empezamos a hacer conciertos por toda España. La conexión con el público fue tan grande que dijimos «esto deberíamos registrarlo», con un afán de almacenaje, de archivo. Ahora que todo va tan veloz te das cuenta muchas veces de que menos es más y haciendo uso únicamente de una guitarra y una voz puedes llegar a sitios únicos de una manera absolutamente brutal. El rock es un lenguaje antiguo, la música popular con más impacto que ha habido en la historia y la juventud, que son quienes hacen un uso más continuado del «streaming», necesitan buscar cosas un poco nuevas, pero eso no quiere decir que no esté más vivo que nunca. A mí cuando me dicen que el rock está pasado de moda pienso que menos mal, porque la moda es lo último que nos interesó siempre. Nosotros por suerte ya tenemos un bagaje que con poner cuatro o cinco vídeos en Instagram nos sirve. No lo necesitamos realmente, pero está claro que es el signo de los tiempos. La música ahora ya no solo se escucha, también se ve.
¿Existe un lugar para la incorrección del rock en un espacio cultural y musical cada vez más impregnado de propuestas políticamente correctas?
C. T.: Bueno la incorrección ahora está en el trap, yo escucho unas movidas que flipas: letras mucho más macarras de las que podíamos hacer nosotros. Estando absolutamente en contra de que se hagan esas cosas te preguntas que si han metido a Valtonic en la cárcel por lo del rey, ¿no meterán a estos? Pero a lo mejor eso se debe a que toda esa rebeldía, ese nervio, ya no está en el rock, porque nos hemos convertido sin darnos cuenta en unos señores con coches, casas y preocupaciones. Eso sí, el rock no tiene por qué ser siempre políticamente incorrecto, solo sonar de puta madre.
¿Es o no es «Carolina» una canción machista?
C.T.: No, rotundamente. «Carolina» es una ficción que escribí hace muchísimos años, que sí que tiene un cierto toque medio ilegal porque ella es menor de edad, pero en ningún momento hay un abuso ni nada que se le parezca. Claro que la letra tiene una connotación machista como casi todo, pero no hay una apología, es, como te digo, una ficción, como una película. Por esa regla de tres Almodóvar también es machista. Te aseguro que no era mi intención serlo en este caso y, de hecho, si analizas la canción, es ella, la chica, quien tiene el poder sobre mí.
¿Han sentido la obligación como músicos a significarse políticamente en alguna ocasión?
R. R.: La verdad es que no de manera particular. Siempre hemos sabido discernir nuestra faceta como personas de nuestro perfil como músicos. Pero la política está en todo y antes de ser músico soy de izquierdas.
C.T.: Yo noto cierto corporativismo con esta idea de que los artistas tienen que ser todos de izquierdas y aunque sí que es un poco así, porque nosotros personalmente lo somos, no necesariamente tiene que convertirse en norma. Russian Red dijo abiertamente que era de derechas y otros cantantes y no debería pasar nada.