El placer de desconectar entre espacios naturales
Galicia es un mosaico de paisajes en el que se encadenan un sinfín de lugares de interés natural que proponen al viajero unas vacaciones muy especiales
DespuésDespués de dos veranos marcados por la pandemia, ahora toca salir de casa con la única obligación de desconectar del día a día y romper con la rutina. Y para ello Galicia se presenta como un destino perfecto, pues se alza como un mosaico de paisajes en el que se encadenan un sinfín de lugares de interés natural que invitan a romper con el estrés. Ello es debido a varias razones: la existencia de una amplia franja costera y de áreas continentales; los contrastes altitudinales; las importantes diferencias climáticas y, consecuentemente, biogeográficas y por su dilatada historia.
Lacontraposiciónlitoral/interior es, sin duda, un primer elemento que nos permite entender la diversidad natural de Galicia. La longitud de las costas gallegas y su perfil sinuoso, con numerosos entrantes y salientes, debido al encadenamiento de rías, bahías, ensenadas, puntas y cabos, configuran espacios espacios contrastados en los que se suceden costas acantiladas a diferentealtitud,playas,lagunas y complejos dunares frente a los que, a modo depinceladaspétreas,se emplazan islas e islotes.
Se puede decir que Galicia es un inmenso espacio natural en el que el visitante puede adentrarse.
Galicia alberga desde 2002 el décimo tercer parque nacional de España: el Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia, que comprende los archipiélagos de Cíes donde se encuentra la mejor playa del mundo, Ons, Sálvora y la isla de Cortegada. Sobresale el archipiélago de Cíes, pues se trata del reino de aves marinas como el cormorán moñudo, la gaviota patiamarilla y el arao común. Sus fondos marinos son un auténtico vergel, con más de 200 especies de algas y crustáceos, mientras que Cortegada alberga uno de los bosques de laurel más grandes de Europa.
Pero en Galicia existen seis parques naturales que cuentan con especial protección: Fragas do Eume, Corrubedo y lagunas de Carregal y Vixán, en A Coruña; Monte do Invernadeiro, Serra da Enciña da Lastra y Baixa LimiaSerra do Xurés; en la provincia de Ourense; y Monte Aloia, en Pontevedra.
El primero de ellos, Fragas do Eume, se encuentra en el valle del río Eume y constituye uno de los
bosques atlánticos más interesantes de Galicia con muestras, incluso, de helechos relictos del Terciario, sin olvidar que en los dominios del parque nos topamos con el monasterio de Caaveiro.
La sorpresa está asegurada en Corrubedo y lagunas de Carregal y Vixán por su inmenso arenal. Algunas dunas ya han sido colonizadas por la vegetación pero una de ellas, la de mayor tamaño, sigue funcionando. En el entorno del parque se halla el dolmen de Axeitos que bien merece una visita. Por su parte, Montes do Invernadeiroes una de las áreas de montaña más características de Galicia, ideal para observar el tránsito biogeográfico que se produce entre el mundo mediterráneo y el eurosiberiano, mientras que Baixa Limia-Serra do Xurés está situado en los municipios de Entrimo, Lobios y Muiños, en el suroeste de la provincia de Ourense. Aquí sobresalen las formas graníticas y los vestigios de la acción glaciar, con valles en cuna recorridos por los ríos Caldo, Vilameá y Homen en los que se encuentra un amplio conjunto de morrenas glaciares a distinta altitud.
Tampoco defraudan Serra da Enciña da Lastra, situado en la comarca de Valdeorras, pues presume de ser el único paisaje kárstico de Galicia, albergando su bosque mediterráneo más importante. Aquí el terreno se hace calizo, lo que ha dado lugar a la formación de grutas, de las que se contabilizan 20 en todo el parque. Ni Monte Aloia, el primer espacio declarado parque natural en Galicia. En su interior existen restos arqueológicos de gran valor, entre los que destacan las formas de modelado granítico. Desde aquí se pueden contemplar amplias panorámicas sobre el valle del Miño.
La inmensa oferta natural que regala Galicia al viajero continúa a través de sus Reservas de la Biosfera. Es el caso de Área de Allariz, situada en los ayuntamientos ourensanos de Allariz, Vilar de Santos, A Bola y Rairiz de Veiga. Aquí, a los colores verdes y azules de la naturaleza, se les añade el rojo de los tejados. Es un mosaico humano y natural elaborado con siglos de paciencia campesina.
Por su parte, la Reserva de la Biosfera Gerês-Xurés juguetea entre Galicia y Portugal, con sierras que recortan el horizonte celeste con los colores del granito. Alrededor de este núcleo rocoso ha echado raíces un bosque inmenso. Atlántico por la humedad, mediterráneo por temperatura, semialpino por altitud, mientras que la Reserva de Os Ancares lucenses e montes de Navia, Cervantes e Becerreá limita con León.
Desde Os Ancares hasta los Picos de Europa se extiende la Gran Reserva de la Biosfera de la cordillera Cantábrica. Os Ancares lugueses son su límite occidental, plurales como su diversidad; mágicos por naturaleza y por su patrimonio, como las pallozas, bajo el techo de paja que les da nombre.
En el límite de la comunidad autónoma de Galicia y el Principado de Asturias nos encontramos con la Reserva de Río Eo, Oscos e Terras de Burón, mientras que la de Terras do Miño abarca desde las sierras del norte hasta el sur de la ciudad amurallada. En total, el 40% de la provincia de Lugo. Además, la Reserva de As Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo está localizada en el ámbito del litoral cántabroatlántico de Galicia e incluye 18 municipios.
Todo ello sin olvidar la presencia de paisajes de mar y montaña entre los que destacan las formaciones herbáceas, sobre todo los juncos, los sistemas dunares (duna gris, embrionariayprimaria)ylascostas rocosas y arenosas). En definitiva, un legado natural que convierte a Galicia en un oasis de naturaleza en estado puro que invita al viajero a descubrirla de forma pausada, con temperaturas muy agradables y respirando ese aire puro que tanto se echa en falta.
El Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia alberga la mejor playa del mundo Un total de cinco Reservas de la Biosfera salpican la geografía gallega con paisajes únicos en la Península