El turismo también fue un gran invento para los romanos
► Este curioso ensayo cuenta cómo veraneaban los romanos y también describe las similitudes entre su forma de hacer turismo y la actual
Una villa de lujo en la Campania con una nutrida biblioteca de papiros filosóficos, una bodega rebosante de vino y la mejor compañía, un crucero por el Nilo para disfrutar de las maravillas de Egipto, un tour por la Grecia clásica y sus legendarios monumentos, una búsqueda mitómana de los héroes de Homero, una ruta por los santuarios curativos del Oriente del Mediterráneo o, ya en época cristiana, un viaje a Tierra Santa siguiendo un itinerario fijo con postas y posadas…, todo con tal de alejarse de lo cotidiano.
Los romanos también pensaban en escapar –quienes podían – de su ciudad, de casi un millón de habitantes y con un bullicio tremendo, contaminación de todo tipo y una agitada lucha por la supervivencia del día a día. ¡Cuánto nos parecemos a los romanos y qué familiaridad descubrimos en su cultura precursora! También podemos imaginar ahora el turismo en la antigua Roma, obviamente no al alcance de todos, y así nos ayuda a evocarlo un magnífico y entretenido ensayo, «Hotel Roma», de Fernando Lillo Redonet.
Lo refinado y lo exótico
Doctor en filología clásica y catedrático de clásicas, gran divulgador –pero de la mejor divulgación– del mundo antiguo, Lillo vuelve a sorprendernos con una obra amena y erudita, escrita de forma accesible e ilustrada con fotografías. «Hotel Roma» nos propone un viaje por los escenarios que anhelaban visitar los romanos en sus travesías turísticas. Encontraremos sorprendentes parecidos con las costumbres actuales en cuanto a la búsqueda de lo refinado y lo exótico, pero también en la mitomanía que llevó a los viajeros de la antigüedad a seguir los pasos de escritores, héroes legendarios o países de ensueño. Por no hablar de historias extraordinarias sobre peregrinaciones a lugares marcados por lo mitológico, lo divino o lo curativo: oráculos, santuarios, balnearios…. Y los protagonistas de estos viajes serán variados: desde emperadores filohelenos a monjas hispanas, de senadores a filósofos. En fin, no se pierdan este libro que les hará sentirse como aquellos antiguos turistas con toga.