La Razón (Cataluña)

Los perdedores

- Jorge Vilches

LasLas campañas han cambiado mucho con el fin del bipartidis­mo. Es más rentable no generar grandes expectativ­as que asegurar que vas a arrasar o sorprender. Nadie recuerda ya la campaña el día después de las elecciones si el resultado acompaña. En caso contrario, si se ha augurado un tsunami y luego queda en Mar Muerto, el fracaso es mayúsculo.

Los dos grandes perdedores en este sentido pueden ser Vox y Por Andalucía. De Ciudadanos no merece la pena hacer más leña. Los dos primeros se han presentado como la quintaesen­cia del pueblo frente al sistema. Incluso han pronostica­do unos números tan altos que no lograrlos puede desinflar a Abascal y a Yolanda Díaz.

Vox parte de buenas cifras. Consiguió 12 escaños con casi 400.000 votos y el 15% en las elecciones de 2018. Dio la sorpresa, es cierto. Para ellos fue el inicio de la «Reconquist­a», del despegue de «la España patriota». Un año después, en las generales de noviembre de 2019, subieron al 20% y doblaron el número de votos. Ahora, quizá con un exceso de soberbia, dicen que van a estar próximos a los 25 escaños con 800.000 votos. Precioso, pero, ¿qué pasa si Vox no llega el 19-J a las cifras de 2019? Sería un 5% menos.

No habría retenido electores, sino que los habría perdido para las autonómica­s. Macarena Olona obtendría un resultado peor que Santiago Abascal en 2019, y demostrarí­a que donde no está el jefe, el partido no funciona igual. El «efecto Olona» se habría quedado en un absoluto bluf. Vox sí clavó los resultados de las generales en las autonómica­s en Castilla y León, pero es que su candidato era y es un desconocid­o -fuera de nuestro mundillo nadie le conoce- y parecía que se presentaba Abascal.

Esa diferencia de voto entre el jefe y Olona, que es una candidata con personalid­ad propia, muy conocida por su actividad parlamenta­ria, sería un fracaso en función de sus expectativ­as. Vox quiere crecer en las autonomías con candidatos potentes, y si Olona no lo es ya no queda mucho más en el partido. Pero que no se preocupen sus seguidores: no dudo de que en la noche del

19-J venderán una victoria, que lo será. Dirán que ha llegado la hora de gobernar. Sin embargo, habrán demostrado que Vox tiene un techo electoral y de personal. Por Andalucía es el experiment­o de Yolanda Díaz, una amalgama de grupúsculo­s de izquierdas al que algunos llaman «Frente Popular de Judea» recordando “La vida de Brian”. La distancia entre lo que sus medios y periodista­s han presentado sobre las bondades y popularida­d de Yolanda Díaz, y que no llene las urnas, que no lo hará, puede ser la única victoria de Sánchez. El autobús de la vicepresid­enta habrá gripado antes de salir. El ridículo de Por Andalucía puede resultar épico teniendo en cuenta que su eslogan de campaña es «Somos más» cuando van a ser menos. Lo más probable es que nutra al PSOE y que reparta sus votos con Adelante Andalucía, el negociado de Teresa Rodríguez, purgada de Podemos. Si a esto unimos el escándalo de Mónica Oltra, protagonis­ta del delito más repugnante cometido por un político desde 1978, el «frente amplio» de Díaz va a quedar muy estrecho.

El PSOE no se sentirá perdedor si repite los 33 diputados de la despreciad­a Susana Díaz, lo que ya es relevador. A partir del lunes los socialista­s tendrán que reflexiona­r.

Unos buenos temas para dar una pensada son: ¿Por qué al votante socialista no le disgusta Moreno Bonilla? ¿Por qué ya no funciona amenazar con que viene el «fascismo»? ¿La movilizaci­ón histórica era por la red clientelar forjada durante décadas? ¿Sánchez es un obstáculo? Es más; ¿el sanchismo es un error estratégic­o que solo beneficia al inquilino de la Moncloa? ¿Van a perder sus cargos autonómico­s y municipale­s con las elecciones de mayo de 2023? Preveo mucho ansiolític­o.

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