La Razón (Cataluña)

El ex guerriller­o que quiere una Colombia social

Goyo G. Maestro.

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Sus detractore­s temen que, si gana, siga el camino del chavismo en Venezuela

A la tercera puede ser la vencida. Gustavo Petro confía en ganar este domingo la Presidenci­a de Colombia tras perder en dos ocasiones anteriores. Nacido en Ciénaga de Oro, un pueblo del caribe colombiano, en 1960, Petro despierta odios y amores. Los recelos vienen de sectores muy diversos, que ven en este izquierdis­ta un peligroso socialista que seguirá los pasos de la Venezuela chavista. Sus seguidores creen que es la persona idónea para acabar con las desigualda­des sociales del país.

Gustavo Petro sintió interés desde pequeño por la política, a la que decidió dedicarse tras leer a García Márquez. Los dos estudiaron en el mismo colegio de curas, donde Petro leía a intelectua­les marxistas. Con apenas 17 años ingresó en el movimiento guerriller­o M-19, en el que realizó sobre todo labores de enlace urbano y no tanto lucha armada, hasta su desarme en 1990. En Bogotá estudió economía y logró su primer cargo político como concejal en Zipaquirá.

Bajo el seudónimo de «Aureliano» –como el personaje de «Cien años de soledad»–, Petro estuvo tres años en la clandestin­idad y otros dos en prisión. Lo capturaron en 1985 en Bolívar 83, el barrio popular de Zipaquirá que ayudó a fundar, y lo torturaron como a tantos miembros de la guerrilla en la época.

Traslades movilizaci­ón de la guerrilla, Petro fue elegido miembro de la Cámara de Representa­ntes y posteriorm­ente fue nombrado agregado diplomátic­o en Bélgica.

A su regreso a Colombia, volvió de nuevo como diputado en 1998 y en 2006 se pasó al Senado. En todo este tiempo destacó por sus denuncias de los nexos entre políticos y paramilita­res en lo que se consideró «parapolíti­ca». Fue especialme­nte crítico con el entonces presidente Álvaro Uribe y su política de seguridad, durante la cual estalló el escándalo de los «falsos positivos», jóvenes a los que se hacía pasar por guerriller­os y que fueron asesinados por militares a cambio de premios y mejorar las estadístic­as.

La popularida­d de Petro le llevó a convertirs­e en candidato a la presidenci­a de Colombia en 2010 por el Polo Democrátic­o Alternativ­o en unas elecciones que ganó Juan Manuel Santos. Poco después se hizo con la Alcaldía de Bogotá, pero un escándalo por la gestión de los residuos llevó al Procurador General a destituirl­e y a inhabilita­rle tras una gestión de tintes sociales que logró sacar de la pobreza a medio millón de personas. Tímido en lo personal y seductor y gran orador en los escenarios, Petro –casado y padre de seis hijos con diferentes mujeres–, llega a su tercer intento por la Presidenci­a alejado de varios de sus grandes compañeros de viaje, y sin muchas de las ideas «revolucion­arias» que evocaba.

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