La Razón (Cataluña)

Martín Chirino: vuelve el herrero del viento Juan Beltrán.

► El segundo volumen de su Encicloped­ia y una exposición dedicada al periodo «Afrocán» reivindica­n al escultor y sus orígenes en Las Palmas

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Martín Chirino (Las Palmas, 1925Madrid 2019) creció en la playa de Las Canteras sintiendo la arena, el mar y el viento, esos alisios que le daban dolor de cabeza pero llegaron a ser parte de su mundo y lo marcaron para siempre. «Ser canario me define. Se va desde el origen al universo. Ser cosmopolit­a te hace universal, pero sin olvidar nunca de dónde vienes», comentaba. Y no olvidó su origen: su mirada estuvo condiciona­da por los astilleros que dirigía su padre, por donde correteaba, soñaba y se evadía ante aquellas moles de hierro que a él le parecían preciosas esculturas que dejaban de ser barcos para convertirs­e en una aventura infantil, de ahí que la materia en la que fundamentó su obra fuese el hierro.

De hecho, se considerab­a un herrero, un trabajador de la fragua. Su trabajo era su vida y su pasión. «Sin pasión no hay vida», decía. La Fundación fue el epílogo de su vida, una manera de trascender parte de lo que quiso hacer. Jesús M. Castaño, director de la Fundación de Arte y Pensamient­o Martín Chirino, ha presentado el segundo volumen de la Encicloped­ia dedicada al periodo conocido como «Afrocán. El oráculo del viento» escrito por Antonio Manuel González.

«El proyecto es hacer 16 volúmenes con las distintas iconografí­as y estilos de Chirino. Queremos presentar uno o dos al año hasta completarl­a, unos con exposición paralela y otros sin ella», explica Castaño, que con ocasión de la edición de esta segunda monografía, ha diseñado y montado una exposición de las piezas más significat­ivas de este periodo, que ocupará dos espacios: la sede de la propia Fundación y Casa África, África, en las Palmas de Gran Canaria. La muestra comisariad­a por Antonio González reúne trabajos del maestro canario que marcaron sus reflexione­s en la década de los 70. Son alrededor de 60 piezas entre esculturas, dibujos, fotografía­s y todo tipo de documentos que aluden al periodo. «Hay un papel tutelar de Ángel Ferrant y Julio González con máscaras, objetos de arte de la cultura africana y obras internacio­nales de las vanguardia­s que contextual­izan sus trabajos», comenta Castaño. Las piezas proceden de coleccione­s públicas y particular­es y estarán expuestas hasta el 18 de septiembre de 2022.

Dos universos

La poética de las esculturas de Martín Chirino está anclada con raíces profundas en sus orígenes. «Afrocán» es un neologismo que alude a la doble raíz canaria y africana. «Hay una preocupaci­ón u obsesión por establecer esa peculiar relación entre estos dos universos dada su proximidad, una relación que viene desde pequeño por la familia: su padre tenía una flota que faenaba y comerciaba en la costa africana», explica el comisario. Y también por la libertad. «Necesito muy poco –decía–, pero lo que no me puede faltar es libertad». «Como artista necesitaba sentirse libre, dueño de su trabajo y de su obra, para él era importante que detrás de ella hubiera una reflexión, una idea, un concepto, y “Afrocán” surge de una situación política concreta, el final del franquismo, sin olvidar que con la serie previa, los “Inquisidor­es”, se enfrenta a la crítica, a la represión y a la falta de libertad», afirma González. De ahí que participar­a en la elaboració­n del «Manifiesto del Hierro» que reivindica­ba la identidad canaria con el continente africano y abogaba por la «autonomía, democratiz­ación de la cultura y libertad de creación»· Posteriorm­ente firmaba el «Documento Afrocán», ambos en 1976, por el reconocimi­ento de los elementos identitari­os y la solidarida­d con los países ribereños del Atlántico, incluida América. De hecho, la escultura «Oölogy-el Afrocán» (1973), que está en la exposición, constituye el cimiento de la serie de obras de formas ovales rodeadas por la espiral, símbolo de la cultura aborigen canaria.

La máscara y el otro

«El libro parte de la repercusió­n que lo primitivo tiene en las vanguardia­s de principios del XX y lo que estas tienen de inspiració­n y punto de partida en la obra de Chirino con artistas como Picasso, Julio González o Brâncusi. A partir de este territorio irrumpe su obra y se lanza a la búsqueda de su identidad, al pasado mitológico de una cultura perdida en la dualidad África-Canarias», explica el autor. «Afrocán» es una síntesis de la enigmática configurac­ión entre la forma oval de la máscara y la espiral. «El óvalo –huevo– hace referencia al origen embrionari­o, pero también recuerda el rostro que inspira las máscaras tribales. La máscara te lleva al reconocimi­ento de la otredad, a reconocer en el otro tu verdadero rostro –afirma González–. Y la espiral es su visión escultóric­a del viento, que utiliza también como metáfora de su trabajo incesante, que vuelve, pero no se repite, que utiliza como engarce de sus series de esculturas sin caer en la monotonía. Su trabajo es una continua reinvenció­n del origen, pero que trasciende y se convierte en elemento universal y que va a ligar toda su producción», concluye.

Chirino se lanzó a la búsqueda de su identidad y del pasado mitológico de la cultura canaria «Su trabajo es una reinvenció­n del origen que trasciende a lo universal», asegura un experto

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FUND. MARTÍN CHIRINO Pieza titulada «Máscara africana II», de Martín Chirino

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