La Razón (Cataluña)

El dinero se va, ¿y el PSOE?

- César Lumbreras

EnEn esta víspera de San Juan, con las hogueras a punto de arder esta noche, ardo en deseos –es mucho decir– de comprobar qué conejos se saca de la chistera Pedro Sánchez en el Consejo de Ministros extraordin­ario del sábado. sábado. A la espera de ello, quiero reseñar hoy alguna impresión que me he traído de un reciente viaje a Australia. Y la más importante es que el dinero físico allí ha desapareci­do y esa es la misma tendencia que ya se viene manifestan­do en España y en otros países de nuestro entorno. No solo en Sídney, sino en la mayoría de Australia, lo que manda son los pagos mediante las tarjetas de débito o crédito.

En bastantes establecim­ientos directamen­te te avisan que no admiten, ni billetes, ni monedas, solo dinero de plástico. Y en aquellos que todavía cogen efectivo, te miran un poco como un bicho raro, cuando pretendes utilizarlo. El dinero de bolsillo ha quedado para dar las propinas a los empleados del hotel que llevan las maletas; el resto de las «gratificac­iones» se incluyen en el pago mediante los terminales, que no aceptan solamente las tarjetas de crédito clásicas, sino que ya recogen otros medios de pago puestos a punto por las empresas tecnológic­as punteras. En resumidas cuentas, que el dinero prácticame­nte ha desapareci­do de la circulació­n.

Y, hablando de desaparici­ones, me acuerdo perfectame­nte –porque la verdad es que no hace tanto tiempo de ello– de lo importante que era en Francia el Partido Socialista y de que en estos últimos meses se ha reducido prácticame­nte a la nada. Algo más lejos queda lo del PASOK griego, el Movimiento Socialista Panhelénic­o, que pasó del todo a la nada casi en un suspiro. Iba a afirmar que desde el PSOE no deberían perder de vista estos acontecimi­entos, pero mucho me temo que el PSOE como tal actualment­e ha desapareci­do a manos de Pedro Sánchez, y ha sido sustuido por el «sanchismo», movimiento cuyo futuro pinta más bien negro, a tenor de los últimos acontecimi­entos.

¿Resucitará el PSOE con nombre propio, sin el aditivo sanchista de hoy, o pasará a mejor vida y desaparece­rá como lo ha hecho el dinero físico en Australia, los socialista­s en Francia o el PASOK en Grecia? He ahí la gran duda.

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