Las peticiones de ayuda a Proyecto Hombre se disparan casi un 15% Ángela Lara. BARCELONA
► Entre los jóvenes se produjo un incremento de las consultas por el alcohol y el abuso de pantallas
Proyecto Hombre recibe un 14,7% más de demandas de ayuda y los solicitantes evidencian peor salud y situación socioeconómica Así pues, ese empeoramiento de la situación en la que las personas acudieron a Proyecto Hombre en busca ayuda explicaría el que, en 2021, las 2216 demandas de atención recibidas se tradujeran en solo 1508 personas que finalmente iniciaron tratamiento. «Es normal y habitual que exista un margen entre las demandas recibidas y las personas atendidas, pasa cada año», asegura Feu, pero en 2021 ése fue especialmente significativo «ya que costó más llegar a según qué personas» por la complejidad de su situación.
Sobre las posibles explicaciones de este incremento en el número de demandas de ayudas y el empeoramiento de la situación de las personas solicitantes, todo apunta a que «la pandemia ha sido una situación límite que ha puesto a las personas en una situación de más desesperación», señala Feu, y eso podría haber llevado a un mayor número de personas a consumir.
En cuanto al perfil de esas 1508 personas atendidas, en 2021, el 84,6% fueron hombres y el 15,4% mujeres y la media de edad fue de 42 años, lo que confirmó la tendencia observada en los últimos años que apunta a un incremento de la edad de las personas que inician tratamiento y al respecto solo hay que recordar que en una década la media de edad se ha incrementado en 5 años. Y éste es otro factor que añade complejidad al tratamiento de estas personas. «A mayor edad, mayor recorrido en la adicción, más problemas de salud física y mental y peor situación socioeconómica, lo que hace más difícil abordar la situación», indica Feu, algo que es especialmente evidente en el caso de las mujeres atendidas, cuya media de edad al inicio del tratamiento es de 45 años, mientras la de los hombres se sitúa en los 41 años.
Además, el año pasado se observó también un cambio significativo en lo que se refiere a la fuente de ingresos principal de las personas atendidas, ya que si en 2019 ésta era en un 51,9% de los casos el trabajo, en 2021 ese porcentaje cayó hasta el 36,6% para acercarse a las números de los años posteriores a la crisis económica de 2008. «Es una bajada importante que entendemos que se produce a causa de los efectos de la pandemia, que afectó especialmente a la gente más vulnerable», comenta Feu, quien también hace hincapié en el hecho que, entre las mujeres atendidas, solo un 25% tenía su trabajo como fuente de ingresos principal. Ante este panorama, el 37,7% dependía entonces de las prestaciones, el paro y pensiones y el 23,3% de las ayudas de familiares y amigos, mientras que el 0,7% tenían las actividades ilegales como modo de vida.
En cualquier caso, es evidente que el perfil de la persona adicta está asociado a una peor situación laboral y económica, pero también formativa, como demuestra el hecho de que el 40,4% de los beneficiarios de los servicios de Proyecto Hombre en 2021 no tenían estudios o solo tenían estudios primarios, mientras que el 50,7% contaba con estudios secundarios y solo el 8,9% tenía estudios superiores. En este sentido, el año pasado no se observaron cambios significativo respecto a años anteriores, como tampoco los hubo en lo que se refiere al tipo de adicción.
La cocaína se mantuvo como la principal sustancia de consumo entre las personas adultas (49,2%), por delante del alcohol (36,7%), el cannabis (5,5%), la heroína (3,6%), las ludopatías (2,5%) y las anfetaminas (2,0%), aunque hay que recordar que en la mayoría de casos se produce un policonsumo.
El cannabis se mantiene como la principal sustancia entre los solicitantes de ayuda