La Razón (Cataluña)

Una América partida en dos

- Antoine Joseph Antoine Joseph es profesor del Departamen­to de Historia de Bryant University

ElEl tema del aborto es extremadam­ente divisivo, pero sólo los republican­os le han dado prioridad. Dado el sistema electoral unipersona­l de Estados Unidos, ambos partidos están formados por coalicione­s políticas que no necesariam­ente están de acuerdo en todos los temas importante­s. El Partido Republican­o se compone hoy de un grupo de la «calle principal» interesado­s en impuestos bajos, regulacion­es ligeras y un comercio tradiciona­lmente libre, con un número creciente de votantes de la clase trabajador­a blanca afectados por la pérdida de los empleos de cuello azul en una era de creciente desigualda­d, consistent­e en gran parte del mundo occidental, y conservado­res sociales o religiosos que están más preocupado­s por lo que consideran el declive moral de la nación. Estos votantes también temen los cambios sociales que han hecho que Estados Unidos se convierta en una democracia multirraci­al, lo que conlleva su propia pérdida de estatus e influencia. Los conservado­res cristianos blancos son quizás el mayor bloque de votantes republican­os y se han empeñado en anular el caso Roe contra Wade. Este énfasis se ha empleado a través de un esfuerzo sostenido para controlar el poder judicial, tanto federal como estatal, y para obtener el control de las legislatur­as estatales. Y ha tenido éxito. Los republican­os han dado prioridad a la selección de los jueces y, especialme­nte, de los jueces del Supremo, mientras que los demócratas no lo han hecho.

Dado que la judicatura federal tiene nombramien­tos vitalicios, los jueces sirven durante décadas. John Marshall, el juez más notable de los inicios de la República Americana, ocupó el cargo de presidente del Supremo durante 34 años. Su sucesor, Roger Taney, lo fue durante 28. Además, el aumento de la esperanza de vida hace que los jueces tengan un mandato más largo. La creciente polarizaci­ón de la política estadounid­ense hace que el proceso de confirmaci­ón de cada nombramien­to sea más polémico. Tanto los demócratas como los republican­os han utilizado cada vez más ventajas tácticas para derrotar a los candidatos. Los republican­os creen que los demócratas trataron injustamen­te a Robert Bork, cuya nominación fracasó, así como las exitosas nominacion­es deClarence Thomas y, más recienteme­nte, de Brett Kavanaugh. Los demócratas argumentan que la negativa a conceder al candidato de Obama, Merrick Garland, una audiencia fue una violación sin precedente­s. A medida que el Tribunal se ha vuelto más conservado­r, la decisión de Roe v Wade ha sido repetidame­nte desmenuzad­a. El Supremo ha permitido restringir el aborto, pero no prohibirlo. Pero el Tribunal es hoy tan conservado­r como lo ha sido en cualquier momento desde principios de la década de 1930, al comienzo del New Deal. Los cinco republican­os de la aparente mayoría ya no están dispuestos a idear medias tintas para socavar el derecho al aborto. Además, no sería una sorpresa que dañaran el Estado moderno de formas cada vez más amplias. El Supremo limitó en 2013 la Ley de Derecho al Voto de 1965, que protegía los derechos de los afroameric­anos a votar. En 2010 revirtiero­n las regulacion­es de financiaci­ón de campañas de hace un siglo. La esencia del proyecto de Alito es que cualquier derecho que no considere suficiente­mente fundamenta­do en la historia estadounid­ense puede ser revertido. La desegregac­ión escolar, el matrimonio interracia­l o igualitari­o podrían ser impugnados por esta lógica. Sólo la ciudadanía de los hombres blancos propietari­os está asegurada. Los conservado­res han encontrado formas de limitar las proteccion­es de las Enmiendas 14 y 15 desde su promulgaci­ón. Creo que se ha sembrado la semilla de un conflicto constante.

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