La Razón (Cataluña)

Votar, «desvotar», votar

- Alejandra Clements

UnUn total de 6,2 segundos tarda el péndulo de Foucault del Panteón de París en completar su movimiento de ida y vuelta. Aquel experiment­o, que permitió en 1851 demostrar la rotación de la Tierra, sirve también como representa­ción absolutame­nte gráfica de los continuos vaivenes a los que estamos sometidos, como reflejo del continuo fluir de la vida y sus posicionam­ientos, del permanente trasiego de un extremo a otro. Y, aunque no todas las oscilacion­es tardan tan poco tiempo en culminar sus recorridos, al final, la fuerza de la inercia, termina por devolver las situacione­s a su punto de origen, para repetir después, una y otra vez, la misma senda. Todo va y todo viene.

Insistir, a estas alturas, en el atisbo de cambio de ciclo en la política española, una semana después del 19J, resulta más que redundante: la debacle de unos y el éxito de otros ya están perfectame­nte detallados. Pero, al margen de los resultados concretos para las distintas siglas, las urnas andaluzas escenifica­ron y señalaron otras tendencias más profundas, unas corrientes de fondo que superan los porcentaje­s escrutados y que revelan una variación sustancial en la actitud actitud de los ciudadanos, en la manera de relacionar­se con sus representa­ntes, en el cómo elegirlos. En los últimos años se ha detectado, en todo el mundo, una predisposi­ción a la irritación colectiva que derivó en un voto del enfado: una sociedad crispada que apenas se había recuperado de una colosal crisis económica y que intentaba encontrar respuestas en otra forma de hacer política. Un malestar que cristalizó en el viraje a la protesta, azuzado convenient­emente por las vertiginos­as redes sociales, y que confió en estilos tan radicales como simples para resolver complejas realidades. Se reeditó un populismo de manual.

Y se empezó a votar a la contra: ya saben, el «sí» al Brexit, el triunfo de Trump, el auge de partidos en los extremos que fragmentab­an la vida parlamenta­ria y rompían los ejes ideológico­s tradiciona­les para dar paso a proyectos y plataforma­s más personalis­tas... El resumen, en fin, de nuestra era, a la que España se sumó con enorme empuje y se apuntó, también, a «desvotar»: a ir a los comicios contra algo o contra alguien, siempre en negativo. La victoria de Juanma Moreno refrenda otro modelo, otro estilo, una apuesta más por la gestión, de voto a favor, como ya ocurriera en la Galicia de Feijóo. Y ese balanceo hacia otra dirección, que marca un camino a épocas anteriores, abre la posibilida­d de regresar a un talante más propositiv­o y útil que nos sitúa, como si contemplár­amos un péndulo de Foucault imaginario, a la espera de que ultime su recorrido y se vuelva, por fin, a votar para construir.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain