La Razón (Cataluña)

En el escaparate

- Abel Hernández

HaHa sido una brillante puesta en escena, un buen espectácul­o. El Gobierno ha tirado la casa por la ventana con motivo de la cumbre de la OTAN. Pedro Sánchez, el anfitrión, estallaba estos días de felicidad en los telediario­s codeándose con los grandes dignatario­s de la Tierra, que por fin lo tenían en cuenta y no le volvían la espalda. El presidente Biden, después de darle de lado tanto tiempo, ahora lo llamaba Pedro. Ha sido un grandioso espectácul­o de relaciones públicas, un modo mento de gloria, probableme­nte efímero. Lo de menos, para él, eran los acuerdos que salieran del encuentro de Madrid, calificado de histórico –sea lo que signifique ya este gastado término– por las difíciles circunstan­cias que vive Europa. Lo que ha salido en limpio es que este es un tiempo de rearme, de confrontac­ión, de ampliar las trincheras y de cerrar filas. No es momento de tirar cohetes. Es un tiempo triste, inquietant­e, peligroso, con Ucrania, desangránd­ose, de telón de fondo. No está Europa ni España para tantos banquetes y tantas risas.

Conociendo al personaje, lo importante para Sánchez era, o eso parecía, disfrutar de su papel central en esa puesta en escena y tapar así la boca a los críticos, que, manejados, según cree, por oscuros poderes, impiden que el pueblo vea su gran obra «progresist­a». Le hacen la vida imposible para que vuelva la derecha. Esa exhibición gloriosa en la cumbre de Madrid contrastab­a, en efecto, con las críticas despiadada­s y el desprecio que sufre dentro del país. Por eso ha aprovechal­a aprovechal­a ocasión para sacar pecho en los medios amigos, los incondicio­nales, los de siempre, y criticar al jefe de la oposición, al que no ha tenido el detalle de invitar a ningún acto protocolar­io de la cumbre por temor a que le hiciera sombra. No importa que ahora tenga que negociar con Feijóo la aprobación en el Parlamento de la concesión incondicio­nal a Biden de una mayor presencia militar de Estados Unidos en España y el aumento de los gastos de Defensa.

Es natural que este hombre disfrutara estos días y mirara a la oposición y a los que le critican por encima del hombro. ¡Lástima que la noticia de los precios disparados haya interesado al personal más que la gloriosa cumbre! Hasta es posible que, expuesto en el escaparate, como un maniquí alto y elegante, vestido de azul, Pedro Sánchez se haya sentido un triunfador, convencido de que no está políticame­nte acabado, como cree la gente, y que aún puede superar lo de Andalucía, que le trae por la calle de la amargura.

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