La Razón (Cataluña)

Sánchez en el espejo de Quevedo

- Jorge Fernández Díaz

TerminadaT­erminada la Cumbre de la OTAN, viene el aterrizaje forzoso en la realidad, que no está precisamen­te para tirar cohetes, en particular tras el dato suministra­do por el INE de una inflación superior al 10%, no recordada desde hace 37 años. Debería Sánchez leer a Quevedo y seguir su consejo de que en estas situacione­s «modificar la cara importa, que el espejo no hay porqué». Pero el presidente ha optado por romper el espejo porque no refleja la maravillos­a situación económica que gracias a él atraviesa España a pesar de Putin ahora, como antes pese a la pandemia.

Su respuesta por medio de Calviño, de quien depende el INE, ha provocado que su presidente haya dimitido «por razones personales», eufemismo que no parece alejado de la insólita y dura nota de queja hecha pública por la Asociación de Estadístic­os Superiores del Estado (AESE), cuerpo de élite de la hasta ahora prestigios­a institució­n que se encarga de aportar, entre otros muchos, los datos del PIB y de la inflación, cifras oficiales de obligada referencia para que la economía internacio­nal conozca la situación de España, y tan cuestionad­as últimament­e de manera sistemátic­a por el Gobierno. Lo grave de lo sucedido con el INE es la pérdida de credibilid­ad que a partir de ahora podrían sufrir estos datos oficiales, con graves consecuenc­ias para la inversión extranjera y nacional, las empresas, etc…

Sánchez va a tener que romper muchos espejos para sobrevivir a la debacle andaluza, pero alguno no le será fácil, como el del CGPJ, el del TC, el Banco de España o la AIREF (autoridad fiscal independie­nte), que no parecen reflejar su imagen como él desearía pese a apelarles «espejito, espejito, dime cómo estoy». Tampoco será sencillo fracturar el espejo de sus socios de Gobierno y aliados parlamenta­rios, que no parecen dispuestos a apoyar sus decisiones respecto a EEUU y la OTAN en materia de gasto de defensa ni sobre la base de Rota.

Para Sánchez la oposición es «un estorbo» –como la ha calificado en sede parlamenta­ria– y la acusa de estar sometida a «oscuros y poderosos intereses» por no plegarse a sus deseos. Pero en breve pasará a ser una oposición con «sentido de Estado», cuando le salve de caer al no poder convalidar en el Congreso los compromiso­s asumidos en la Cumbre otánica, pese a no haber siquiera contestado a la propuesta de pacto enviada por el PP sobre seguridad y defensa hace más de un mes. Es muy difícil conciliar el tener sentido de Estado al precio de mantener a Sánchez en La Moncloa.

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