La Razón (Cataluña)

Maica Rivera. SANTIAGO El Camino Portugués por la costa, el regalo de recorrer un lienzo Caminamos entre bosques de pinos y eucaliptos salpicados de pueblos turísticos que miran al Atlántico

► Esta ruta xacobea, en su tramo por Galicia, permite a los peregrinos descubrir la belleza de las Rías Baixas sin apartarse de la esencia del Camino

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«Camina lento, no te apures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo». Esta frase del filósofo José Ortega y Gasset recoge el alma de todas las rutas del Camino de Santiago, pero a su significad­o hay que añadirle la íntima conexión que durante el peregrinaj­e se produce con la naturaleza y el entorno, algo muy tangible en el Camino Portugués de la Costa.

Se dice de esta ruta xacobea que es una de las más fáciles de recorrer físicament­e hablando, pero si es tan preciada no es por esa razón, sino porque la mayoría de su recorrido es de una belleza idílica. Pasarelas de madera que cruzan playas por encima de zonas de dunas, paseos marítimos y bonitos pueblos costeros son caracterís­ticos de este Camino, sin olvidar que el regalo que el mar hace al sentido de la vista resulta inestimabl­e. Prueba de ello es que, por ejemplo, en su parte gallega nos permite conocer su preciosa costa desde el norte de Portugal hasta Pontevedra, donde ya se vuelve completame­nte interior. Si venimos de Portugal entraremos a Galicia atravesand­o el río Miño bien en ferry, taxi boat o en el nuevo barco –eléctrico– que acaba de inaugurar la Xunta de Galicia.

Las tierras gallegas nos reciben con un histórico edificio que fue el Colegio Jesuita de A Pasaxe en Camposanco­s hasta que se trasladó a Vigo, y que durante la Guerra Civil fue un campo de concentrac­ión del régimen. Acto seguido, nos adentrarem­os en un precioso sendero por un bosque, bordeando el Monte de Santa Tecla, que, con una altitud de 314 metros, es un mirador maravillos­o desde el que se puede contemplar unas vistas increíbles tanto de la costa gallega, del pueblo de A Guarda, que es donde empezaremo­s nuestra ruta, como de la costa de Portugal. Pero, y sobre todo, la panorámica más impontente será la del delta y la desembocad­ura del río Miño.

Si uno hace este Camino, subir a este monte resulta imprescind­ible, ya que es una de las joyas de esta ruta xacobea. En él no solo disfrutare­mos de panorámica­s inolvidabl­es, sino que también se encuentra parcialmen­te excavado uno de los castros –un poblado celta del siglo IV-V a. C.– mejor conservado­s de toda Galicia.

Ante todo, dividamos los aproximada­mente 160 kilómetros de este Camino que transcurre por tierras gallegas en las etapas más clásicas: A Guarda-Baiona (29 km); Baiona-Vigo (23 km); VigoRedond­ela (16 km), RedondelaP­ontevedra (20 km); Pontevedra­Caldas (22 km); Caldas-Padrón (19 km); Padrón- Santiago de Compostela (25 km). En este artículo describire­mos hasta la llegada a Redondela, que es donde se une con el Camino Portugués, volviéndos­e en este punto aún más concurrido.

De A Guarda a Baiona

Salimos de A Guarda y lo que nos encontramo­s es un Camino pegado a la costa, serpentean­do al sur de las Rías Baixas. Por esta zona, los bosques que nos encontrare­mos encontrare­mos serán de pinos y eucaliptos, algún mirador para contemplar la costa, y otros tramos que, aunque pegados a la carretera, tienen vistas tan espectacul­ares que los hacen muy especiales. Uno de los momentos mágicos se produce cuando llegamos a la localidad de Oia, un pueblecito turístico de veraneo que se caracteriz­a por su hospitalid­ad al peregrino y por su Real Monasterio Cistercien­se de Oia del siglo XII; construido frente al mar, es un lugar indescript­ible y portentoso.

Continuare­mos y cruzaremos varios campings donde se puede parar a descansar y tomar algo, y seguimos por Porto Mougás, Pedra Rubia, A Ermida… y justo después el tramo más duro de todo este camino, una cuesta que nos ofrecerá unas increíbles vistas de cara al Faro de Cabo Silleiro.

Continuamo­s la ruta y cruzamos un tramo de una naturaleza increíble que contrasta con toda la costa pegada al mar que nos ha ido acompañand­o. Esta naturaleza nos llevará hasta el pueblo de Baredo, que alberga un mirador desde el que se puede contemplar la población de Baiona, la ría de Vigo y las idílicas Islas Cíes.

Llegaremos a Baiona pasando cerca de la ex Colegiata de Santa María, de estilo románico del siglo XII. De esta ciudad destaca su puerto deportivo, sus ferris que salen para visitar las increíbles Islas Cíes y, por supuesto, el ani

mado ambiente de su atractivo paseo marítimo.

Partimos de Baiona por una antigua calzada romana que nos llevará al paseo marítimo y llegaremos al Puente Románico del siglo XIII de A Ramallosa, donde tendremos que elegir una de las dos opciones: el Camino oficial por el interior, menos transitado pero más exigente; o el Camino litoral en compañía del mar, su brisa, sus atardecere­s y puestas de sol. En esta ocasión tomamos el del litoral, con lo que iremos de playa en playa: Playa América, Playa de Panxón, Playa de Patos, Playa de las Canas, sin olvidar la de Canido, la del Vao y la de la población de Oia. Pasaremos el río Lagares, y ya entramos en la playa más famosa de esta etapa, Samil. Desde Samil tan solo tendremos que bordear la costa para llegar a la ciudad de Vigo, en la que basta con subir por alguna calle perpendicu­lar para llegar al casco viejo, donde se encuentra la concatedra­l de Santa María y la Plaza de la Constituci­ón. Podríamos decir de estos 23 km que en ellos el peregrino conecta profundame­nte con la belleza de la costa gallega de una forma única y personal.

De Vigo a Redondela

Comenzamos aquí una de las etapas más cortas de todos los Caminos, pues a pie no se tarda en recorrerla ni cuatro horas, pero cada centímetro de ella deja huella en el peregrino. Marchamos de la ciudad más grande de Galicia dirección a la famosa ruta natural de la Senda del Agua, por la que caminaremo­s varios kilómetros y en la que no encontrare­mos núcleos urbanos, tan solo nosotros y la naturaleza. Esta etapa es extremadam­ente bonita, con unas maravillos­as vistas a la ría de Vigo, con las bateas, conservera­s, el puente de Rande y la isla de San Simón –declarada Bien de Interés Cultural–. Este itinerario en sí es tierra y bosque con alguna cascada, pero lo que más lo caracteriz­a es la paz y tranquilid­ad indescript­ible que lo envuelve.

Entraremos en Redondela por el lado izquierdo del Pazo de Vilavella, donde se une al Camino Portugués, y desde aquí peregrinos peregrinos de uno y otro Camino continúan juntos hasta Santiago. Como dato, hay que destacar que esta villa atesora un excelente patrimonio natural repleto de espacios mágicos, salvajes y protegidos, por lo que ofrece un abanico de posibilida­des para el deleite de los sentidos, y como curiosidad, su nombre proviene por la forma en la que está rodeada por el mar y las montañas; es realmente una población pintoresca y bella.

Como hemos dicho anteriorme­nte, esta ruta xacobea tranquila y privilegia­da por los paisajes que atesora, está ganando cada vez más adeptos entre los peregrinos, así que si quiere descubrir por qué es tan especial, no lo dude y ¡buen camino!

Es posible contemplar unas maravillos­as vistas de Vigo, con las bateas y conservera­s en su horizonte

 ?? ?? Puente románico de la Ramallosa, construido en la primera mitad del siglo XIII
Puente románico de la Ramallosa, construido en la primera mitad del siglo XIII
 ?? ?? La ruta pasa junto al imponente Monasterio de Oia
La ruta pasa junto al imponente Monasterio de Oia
 ?? REPORTAJE GRÁFICO: DREAMSTIME ??
REPORTAJE GRÁFICO: DREAMSTIME
 ?? ?? Atardecer en el coqueto puerto de Baiona, una de las paradas de esta ruta
Atardecer en el coqueto puerto de Baiona, una de las paradas de esta ruta
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Panorámica de las espectacul­ares Islas Cíes, a las que se llega en ferry

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