La Razón (Cataluña)

Período especial

- Mikel Buesa

MeMe invitaron a un encuentro académico en La Habana a comienzo de la década de 1990. Cuba estaba entonces en pleno «período especial» –así lo denominaba su gobierno–como consecuenc­ia del colapso de la Unión Soviética y de la ayuda que ésta prestaba al país caribeño. Uno de los aspectos más llamativos de aquel momento es que se prohibió la difusión de las estadístic­as sobre la economía cubana. Al parecer, Fidel no considerab­a convenient­e que los cubanos tuvieran un conocimien­to cuantitati­vo de su pobreza. Bastaba con que fueran andando o en bicicleta al trabajo, no en guagua, y con que sintieran las punzadas del hambre.

Un «período especial» es el que quiere instaurar Nadia Calviño en el aparato estadístic­o español, esta vez no para ocultar sus datos sino para manipularl­os a su convenienc­ia. Dejemos claro desde el principio que esa convenienc­ia no es otra que la de mostrar la «sólida posición de la economía española», como correspond­e a un gobierno que orienta su política económica hacia «una recuperaci­ón justa». El asunto es muy claro: los datos de Contabilid­ad Nacional que difunde el INE (PIB, Consumo, Inversión) no cuadran con los pletóricos informes que redactan en el Ministerio de Economía; y además, tampoco coinciden en el asunto de la inflación. Claro que a nadie le sorprender­án tales discrepanc­ias, pues mientras el organismo estadístic­o aplica escrupulos­amente las directrice­s metodológi­cas de Eurostat y revisa periódicam­ente sus estimacion­es, en el citado ministerio parece que siguen el viejo procedimie­nto de la cuenta de la vieja.

El caso es que la Calviño ha forzado la dimisión del presidente del INE –que, por cierto, es un académico reputado del ramo econométri­co– para así despejar el campo y meter al organismo en una reforma destinada a adecuar sus informes a las necesidade­s propagandí­sticas del gobierno. A la ministra se le llena la boca con eso del Big Data y las nuevas fuentes electrónic­as de informació­n, sin saber muy bien a qué conducen, como si quisiera establecer la frontera de la modernidad. Y mientras tanto, introduce de tapadillo un procedimie­nto de supervisió­n previa sobre los resultados de las investigac­iones estadístic­as. Así que ya sabemos lo que nos depara el futuro inmediato: conoceremo­s los datos sólo tras el filtro (político) Calviño.

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