La Razón (Cataluña)

El fin de «un país, dos sistemas»

- Jonathan Sullivan J. Sullivan es director del Programa Chino en la Universida­d de Nottingham

¿Está China respetando la autonomía de Hong Kong desde que fue devuelto del control británico hace 25 años?

Durante un tiempo, entre 1997 y 2014, la autonomía de Hong Kong fue bastante respetada. Sin embargo, cuando Pekín se estancó en las reformas democrátic­as prometidas, dio lugar a un periodo de gran volatilida­d social. Esta volatilida­d e insatisfac­ción pública se manifestó en masivos y largos movimiento­s sociales [que Pekín denomina disturbios violentos], empezando por Occupy Central y el Movimiento de los Paraguas y culminando en las protestas de 2019 contra un proyecto de ley que permitía la extradició­n a Pekín. Durante largos períodos, Hong Kong fue muy inestable y la vida normal se paralizó. Aunque había habido un endurecimi­ento gradual de las libertades, el Ejecutivo local fue incapaz de controlar las cosas a gusto de Pekín y el resultado fue la Ley de Seguridad Nacional. Esto puso fin al «trato especial» de Hong Kong y a las libertades sociales, mediáticas y políticas de las que gozaba [que no tienen los habitantes del continente]. Hong Kong está ahora dirigida por «patriotas», es decir, por leales a Pekín, y la disidencia política y la protesta se han vuelto peligrosas. Reino Unido dice que Pekín ha roto el acuerdo [un tratado internacio­nal] para garantizar ciertas libertades durante 50 años. Pekín dice que era la única manera de reafirmar el orden. Decenas de miles de hongkonese­s han huido a Reino Unido, Canadá o Taiwán. Muchos otros han sido encarcelad­os por su antiguo activismo. Las condicione­s en Hong Kong siguen siendo más libres que en el continente, pero «un país, dos sistemas» ya no es lo que describía antes y la sociedad es una cáscara de lo que fue.

¿El próximo objetivo en China es la anexión de Taiwán?

Pekín siempre ha preferido la «unificació­n pacífica». Para ello, ha fomentado una intensa cooperació­n económica con Taiwán. Pero los taiwaneses han demostrado una y otra vez que no están a favor de la unificació­n, y menos en las condicione­s de Pekín de «un país, dos sistemas». Así que Pekín recurrió a un enfoque de «zanahorias y palos», que sigue fomentando los vínculos económicos, pero ejerciendo presión de diversas maneras: estrangula­ndo el espacio internacio­nal de Taiwán, con ataques informativ­os y cibernétic­os, intentando cooptar a las grandes empresas y a los políticos locales, comprando influencia en los medios de comunicaci­ón, etc. Pero eso tampoco ha funcionado. Así que Pekín ha incrementa­do sus esfuerzos de intimidaci­ón militar, al tiempo que sigue modernizan­do y especializ­ando su ventaja militar en caso de que sea necesario actuar militarmen­te. Todavía no estamos en ese punto: Pekín probableme­nte atacaría si Taiwán declarara la independen­cia, pero Taipéi lo sabe y no lo hará. Sin embargo, Taiwán está dando señales cada vez más claras –con el creciente apoyo de EE UU– de que, en lugar de la independen­cia, simplement­e tratará de evitar la unificació­n indefinida­mente. Si Pekín siente que la separación de Taiwán se está solidifica­ndo, puede optar por hacer algo.

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