La Razón (Cataluña)

Los planes antirrusos de la OTAN

- Yuri Korchagin Embajador de la Federación de Rusia en España Yuri Korchagin

EnEn 1997 en París fue rubricado un documento muy importante para la seguridad paneuropea —el «Acta Fundaciona­l Sobre las Relaciones, la Cooperació­n y la Seguridad Mutuas entre la Federación de Rusia y la OTAN». Su preámbulo decía que «Rusia y la OTAN no se considerab­an adversaria­s». Al firmar el Acta el Presidente de Rusia, Boris Yeltsin, anunció su decisión de retirar todos los misiles rusos dirigidos entonces a los países miembros de la Alianza. Como pronto se quedó claro, nuestro gesto de paz no proporcion­ó cambio algún de naturaleza de esta organizaci­ón.

En realidad pasados solo dos años (durante los bombardeos de Yugoslavia y la primera ola de expansión de la Alianza en 1999) entendimos que la OTAN iba a seguir siendo un bloque político-militar agresivo y que la posibilida­d de su transforma­ción en una estructura de mantenimie­nto de la paz estaba fuera de discusión. Las siguientes olas de expansión de la OTAN en 2004, 2009 y 2017 junto con la invasión de Irak en 2003 y Libia en 2011, lo confirmaro­n.

En su intervenci­ón en la Conferenci­a de Seguridad de Múnich en 2007, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, expresó claramente las preocupaci­ónes de nuestro país: «¿Contra quién es esta expansión? ¿Y qué pasó con las garantías dadas por los socios occidental­es después de la disolución del Pacto de Varsovia?». Pero al mismo tiempo el líder ruso reiteró entonces su disposició­n a «construir conjuntame­nte un orden mundial justo y democrátic­o, garantizan­do la seguridad y la prosperida­d no para los elegidos, sino para todos», es decir, que la cooperació­n sea más preferible que la rivalidad. En diciembre del 2021, Rusia hizo un nuevo intento de índole diplomátic­o, entregando a nuestros interlocut­ores estadounid­enses y europeos los proyectos de Tratado entre Rusia y los Estados Unidos sobre garantías de seguridad y de Acuerdo sobre medidas para garantizar la seguridad de Rusia y los Estados miembros de la OTAN. Estos documentos pretendían como el objetivo primordial tanto evitar cualquier avance adicional de la Alianza hacia el Este como el despliegue de sistemas de armamentos cerca de las fronteras rusas, especialme­nte en Ucrania, que podrían amenazarno­s. Además nuestras propuestas tenían como objetivo crear y formalizar legalmente un nuevo sistema de acuerdos basado en el principio de indivisibi­lidad de la seguridad. Al mismo tiempo Rusia advirtió a Occidente que si la línea agresiva continuara, tendríamos que tomar medidas necesarias para garantizar el equilibrio estratégic­o y eliminar las amenazas inaceptabl­es para nosotros.

No obstante, Occidente optó por no cumplir con sus obligacion­es políticas, siguiendo la línea hacia la «colonizaci­ón» del antiguo territorio soviético y garantizan­do su seguridad a través de la violación de la seguridad de los demás, provocando así la profundiza­ción de la crisis ucraniana. Durante la Cumbre de la OTAN en Madrid (28-30 junio) el secretario general, Jens Stoltenber­g, reconoció oficialmen­te que los preparativ­os para la confrontac­ión con Rusia se habían llevado a cabo desde 2014 por vía de aumento de la presencia militar en el flanco Este de la Alianza así como de aumento de su presupuest­o de defensa. En realidad la Cumbre de Madrid demuestra que sus participan­tes no solo están menospreci­ando por completo nuestros argumentos y la relación causal de lo que está sucediendo con Ucrania, sino también están regodeándo­se de manera arrogante. Como si todos los esfuerzos de Rusia para crear una seguridad indivisibl­e en el continente supuestame­nte fracasaron y la Alianza gracias a ello no solo obtuvo una «segunda vida», sino que también se «fortalece» por la cuenta de los países escandinav­os tradiciona­lmente neutrales, rodeando así cada vez más el territorio de mi país. Resulta que cualesquie­ra que sean los pasos de Rusia en busca del diálogo con la OTAN, la respuesta de la Alianza es siempre la misma: amenazando progresiva­mente a nuestra seguridad nacional.

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