Sánchez y las conspiraciones
«Lo que hay realmente es una estrategia de confrontación y mucho nerviosismo para este final de legislatura»
MeMe sorprendió mucho que el presidente del Gobierno insistiera, sin pruebas, en una conspiración para derrocarle en la entrevista que le hizo Antonio García Ferreras en La Sexta. Los términos utilizados eran más propiosdellenguajedecimonónicoquedelostiemposactuales. Referirse a señores con puros es muy viejuno. Por supuesto, la conspiración no existe, aunque es un recurso inteligente para movilizarasualicaídoelectorado.Esaideadeunosempresarios malvados, que van contra el pueblo y se reúnen para organizar una estrategia para acabar con el político idealista y soñador es máspropiodeunadeesaspelículasestadounidensesquesirven de relleno en las programaciones de todo el mundo. El propio Trump creía que era víctima de una conspiración de los demócratasparaarrebatarlelapresidencia.Hayestadounidensesque creen que nunca se llegó a la Luna y que Kennedy o Elvis todavía viven.Porsupuesto,losalienígenassepaseanentrenosotros.Las conspiraciones siempre funcionan, aunque siento decir que el intento de Sánchez es poco creíble. Pablo Iglesias y su equipo asegurabanqueladerechaqueríaderrocaralGobiernoyquepor ello le atacaban. Ningún atisbo de autocrítica y así ha acabado.
El término «derrocar» significa, según el magnífico e imprescindible Diccionario de la Real Academia, «hacer caer, generalmente, por la fuerza, un Gobierno o sistema de gobierno, o a alguien de un puesto preeminente». Por tanto, la elección de esta palabra es inquietante porque se refiere a una acción violenta, agresiva y, por supuesto, antidemocrática. En alguna ocasión he señalado que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, parecía un ministro más del actual Gobierno y que suproximidadcausabaauténticoestupor.Aestasalturasespero que se haya caído del caballo, porque los que le criticábamos éramos vilipendiados y descalificados con términos que voy a olvidar. No veo a Garamendi y a los presidentes de las cotizadas organizandounaconspiraciónpara«derrocar»alGobierno.Los tópicos que utilizó Sánchez me retrotraen, una vez más, a un pasadomuylejanoytambiénpocoveraz.Nohayunconciliábulo «judeo-masónico» en su contra. Lo que hay realmente es una estrategiadeconfrontaciónymuchonerviosismoparaestefinal de legislatura. Sus adversarios deberían tomar nota, porque es un político hábil que se crece en la adversidad.