La Razón (Cataluña)

Tensa calma tras la tragedia en la frontera de Melilla

► El despliegue policial marroquí sella férreament­e la divisoria entre los municipios marroquíes y la ciudad autónoma española

- Antonio Navarro.

El despliegue policial marroquí es férreo en el conjunto del perímetro fronterizo de Beni Ensar

UnaUna tensa calma reina en la divisoria entre Marruecos yMelil la en las suaves primeras jornadas de julio que han seguido a la tragedia. Un tenso impasse hasta el próximo salto de mi grant es subsaharia­no sala frontera que blinda la ciudad autónoma, que nadie sabe con exactitud cuándo se producirá aunque sí que volverá a ocurrir. Una situación que se ha vuelto parte de la realidad cotidiana en estos dos mundos aparenteme­nte impermeabl­es como son la ciudad autónoma de Melilla y la región rifeña que tiene a Nador como capital.

Cuando ya ha transcurri­do más de una semana desde el asalto masivo a la doble verja –que protagoniz­aron entre 1.500 y 2.000 jóvenes subsaharia­nos pertrechad­os con objetos metálicos–, Marruecos, aunque con una parca política informativ­a –como casi todo lo que tiene que ver con lo que la prensa oficial califica de «presidios ocupados por España»–, hace un balance de 23 mi grant es subsaharia­nos fallecidos­y varias decenas de heridos, más de 140 de ellos agentes de sus fuerzas de seguridad, como consecuenc­ia de los choques entre ambos.

El recuento de las organizaci­ones no gubernamen­tal es, con la Asociación Marroquí de Derechos Humanos( AMDH)a la cabeza, hace días que quedó fijado en 39 víctimas mortales, entre ellas dos agentes de la Gendarmerí­a marroquí que Rabat no reconoce pero sí el propio presidente del Gobierno de España. Entre tanto, las autoridade­s españolas informaron de que 40 guardias civiles resultaron heridos en el asalto,que para el propio PedroSánc he z fue un «ataque a la integridad territoria­l».

El impacto provocado por las imágenes de los cuerpos inmóviles de los jóvenes subsaharia­nos y las al menos 23 muertes de mi grant es han empujado a la Fiscalía a pedir una investigac­ión ante lo sucedido, al igual que han demanda do los partidos de la oposición, también aliadosde su socio Podemos, y sociedad civil. El Gobierno de PedroSánc hez, quien aseguró que el asalto estuvo «bien resuelto» por las fuerzas marroquíes, no ha matizado su apoyo a Rabat. El último, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­sJo sé Luis Escrivá, quien pedía este viernes «comprensió­n» ante la «presión tremenda» de Marruecos. Pero ninguna investigac­ión sobre la actuación de las fuerzas de seguridad habría sido posible sin el decisivo concurso de la delegación en N ad or de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), la mayor organizaci­ón en este ámbito de Marruecos, autora de la mayoría de fotografía­s y vídeos de lo ocurrido e infatigabl­e en su trabajo en defensa de los migrantes subsaharia­nos en el país magrebí a pesar de su falta de medios y las tradiciona­les trabas de las autoridade­s marroquíes a su trabajo.

La entidad, que ha acusado a Rabat y Madrid de practicar una cooperació­n securitari­a «mortífera» en un manifiesto al que se ha adherido numerosas organizaci­ones marroquíes, magrebíes y europeas en las últimas fechas, denunciaba en su perfil de Fa cebo ok este viernes que «los agentes marroquíes cruzaban la barrera para recuperar a los migrantes detenidos por la Guardia Civil».

El despliegue policial marroquíes férreo en el conjunto del perímetro fronterizo, especialme­nte en Beni Ensar, municipio portuario de

57.000 almas que se desparrama en torno a la divisoria de Melilla y que recuperó el pasado mes de mayo parte de la vida y el trasiego habituales tras dos años de cierre fronterizo. Cuesta adentrarse por alguna calle sin toparse con algún agente uniformado o de paisano. Igualmente controlada­s por la Policía están las carreteras de la zona. Mohamed, que trabaja en una empresa de offshoring en Nador gracias a su excelente castellano, lamenta la suerte de los subsaharia­nos y advierte de que la población marroquí también lo está pasando muy mal por culpa de la subida de precios.

Marruecos, que por ahora no está oficialmen­te investigan­do lo sucedido, no está dispuesto a que vuelvan a repetirse escenas como las del pasado fin de semana y ha trasladado a varios centenares de subsaharia­nos a distintos puntos del país desde las escarpadas laderas del macizo delGurugú,qued es cien den desde la niebla hasta los abigarrado­s barrios de la zona alta de Melilla. Asimismo, los vecinos de N adornos han confirmado que las autoridade­s locales les han pedido que no ayuden a los jóvenes mi grant es refugiados­en las montañas para evitar que se concentren y protagonic­en nuevas tentativas de asalto. Al tiempo varias decenas de los subsaharia­nos detenidos en el asalto han comparecid­o ya ante la justicia marroquí.

Además, la creciente presión en las fronteras de las ciudades autónomas españolas, en especial la de Melilla, no es ajena a la guerra fría que viven Marruecos y Argelia en los últimos meses a cuenta del conflicto del Sáhara Occidental. El extenso territorio argelino es paso obligado para la ruta migratoria adoptada por los migrantes que protagoniz­aron el asalto masivo de la frontera melillense. Casi todos llegaron desde Sudán, la República de Sudán del Sur y Chad, países duramente golpeados por el hambre y la violencia.

Marruecos, que teme que Argelia pueda aprovechar el momento para jugar el arma migratoria –baza que todos conocen en la región–, ha reforzado en la última semana el dispositiv­o militar en sus fronteras con el país vecino, que están cerradas desde 1994. Una zona fronteriza donde, además, el régimen militar celebró el mes pasado –concretame­nte en Tinduf– maniobras militares para exhibir músculo en un momento de máxima tensión regional e internacio­nal.

Pero la vida sigue y en el paso de Beni Ensar –solo unos pocos centenares de metros lo separan del tristement­e célebre de la frontera sellada del Barrio Chino– las colas de vehículos y peatones vuelven a ser estampa habitual en este comienzo de la Operación Paso del Estrecho (o Mar haba, como la llama Marruecos) después dedos años sin trasiego por mor del apande mi a primero y de la crisis diplomátic­a bilateral después.

Aunque con el paso de las semanas los controles en ambos sentidos se han venido relajando–atrás quedó la política de ni un yogurty ni una lechuga–, con la promesa española de la reapertura de una aduana comercial en aire, el tránsito de mercancías sigue sin ser posible. Entretanto, la clase política melillense –con la excepción de Vox- se manifiesta estos días satisfecha con el nuevo concepto estratégic­o de la OTAN aprobado esta semana en la cumbre de la Alianza en Madrid

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Un policía marroquí vigila la frontera entre España y Marruecos
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EFE

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