La Razón (Cataluña)

La inflación, un síntoma de grave deterioro

► Un salario de 21.000 euros perderá este año más de 2.100 euros de poder adquisitiv­o y pagará más impuestos

- Daniel Lacalle

DesdeDesde hace dos años, el Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios nos ha repetido una y otra vez que «en esta crisis se han hecho las cosas de manera diferente». Por supuesto, no es cierto. En esta crisis, igual que en la de 2008, se ha disparado el gasto, el endeudamie­nto y se ha fiado todo a la política del Banco Central Europeo. Decía Ronald Reagan –presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989– que la inflación es el precio de los gastos del Gobierno que pensabas que eran gratis. Y tenía razón. El aumento masivo de cantidad de dinero en circulació­n dedicado a disparar el gasto público corriente en el pasado año 2020 es uno de los principale­s factores de la inflación que sufrimos ahora. En 2014, con los precios del petróleo subiendo a niveles similares a los actuales, el IPC era negativo. Los resultados de esa supuesta «forma diferente» de actuar son terribles.

La inflación de junio ha sido del 10,2% y eso consideran­do quince días de la medida estrella del Gobierno, el llamado «tope del gas», y un mes entero de aplicación de su plan antiinflac­ión anunciado en abril. Por el contrario, la inflación en Francia es del 6,5%, y la de Alemania está en el 8,2%, estando ambos países mucho más expuestos al riesgo de Rusia y los problemas de cadenas de suministro, y ambas además sin ese «tope del gas». En Suiza, que no ha impreso moneda de manera descontrol­ada como sí ha hecho la eurozona, la inflación es del 2,9%.

La inflación de junio es la más elevada desde 1985, hace 37 años, y la subyacente –excluyendo el precio de elementos más volátiles como los alimentos y la energía– es la más alta desde 1993, hace 29 años. Como explica el gestor Rafael Valera, el +10,2% de los últimos 12 meses es superior a la inflación acumulada entre 2011 y 2021, que fue del 9,6% en esos diez años.

De esta forma, un salario que ascienda a 21.000 euros anuales perderá este año más de 2.100 euros de poder adquisitiv­o, además de pagar más impuestos porque el Gobierno se ha negado a deflactar –ajustar– el IRPF a la inflación.

En medio de lo que llaman «recuperaci­ón justa e inclusiva», la población en riesgo de pobreza o exclusión social ha aumentado hasta el 27,8% del total en 2021. Recordemos que los politólogo­s se mesaban los cabellos en 2017 con cifras inferiores y sin haber dilapidado 200.000 millones de euros en nueva deuda pública en dos años.

España se queda atrás

Mientras tanto, la economía se frena. El Producto Interior Bruto (PIB) español registraba una variación de solo un 0,2% en el primer trimestre de 2022 respecto al trimestre anterior, dos puntos inferior a la del cuarto trimestre y una décima inferior al dato preliminar avanzado. España se queda por detrás de sus principale­s socios en recuperaci­ón y por encima en inflación, tasa de paro y déficit estructura­l. El efecto de la temporada turística va a mantener las cifras de PIB relativame­nte estables, pero es preocupant­e leer que la renta nacional bruta y la renta nacional disponible bruta caen un 0,5% y un 0,9%, respectiva­mente, en el primer trimestre.

Los españoles estamos empobrecié­ndonos a una velocidad inusitada en medio de una supuesta recuperaci­ón que es solo un rebote sin tendencia estructura­l. Ante una situación tan preocupant­e, es alarmante leer que el Gobierno prepara el asalto al Instituto Nacional de Estadístic­a, INE, cuyo responsabl­e abandonó su cargo esta semana. En vez de trabajar para reducir los desequilib­rios, relevar a la cúpula del INE porque no les gustan los datos. Lo que debemos entender es que el ataque a la independen­cia y prestigio del INE no va a hacer que las nuevas cifras se valoren positivame­nte, sino que generarán desconfian­za.

España se enfrenta a un entorno muy complicado en 2022 y 2023, con un Gobierno obsesionad­o por cambiar las cifras estadístic­as en vez de facilitar la salida de la crisis. En época de alta inflación y riesgo de crisis no es lógico mantener fiscalidad de bonanza y baja inflación. Tenemos que dejar respirar a las familias y empresas, que han hecho todo lo posible por no trasladar los costes de producción a los precios y se encuentran con caídas muy relevantes de sus márgenes. España se empobrece y si no se llevan a cabo políticas de oferta y normalizac­ión monetaria para atacar la inflación vamos a pasar un periodo muy complicado.

En Moncloa están obsesionad­os por cambiar las cifras estadístic­as en vez de la salida de la crisis

Reagan decía que la inflación es el precio de los gastos del Gobierno que creías que eran gratis

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ALBERTO R. ROLDÁN El IPC se ha disparado hasta el 10,2% en junio, récord desde 1985
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