La Razón (Cataluña)

El congreso religioso del que nació un barrio

► A finales de los años 40, la Iglesia compraba 16 hectáreas a la familia Ros i Ramis con la intención de levantar un nuevo barrio y organizar el XXXV Congreso Eucarístic­o Internacio­nal en Barcelona

- David J. Fernández.

EnEn uno de los extremos del distrito de Sant Andreu de Barcelona se levanta un barrio con un nombre y una morfología particular: el Congrés i els Indians. A comienzos del siglo XX, el Eixample, que había servido para unir varios pueblos periférico­s con el centro histórico de Barcelona, era ya una realidad. Pero la capital catalana, ajena a las turbulenci­as sociopolít­icas de la época, seguía creciendo. De hecho, fue, durante buena parte la historia de España la ciudad más poblada de la península.

Entre las urbanizaci­ones de Camp de l’Arpa, el Clot y, entonces, San Andrés del Palomar, era todo campo, salpicado por masías y torres que los indianos se habían hecho construir a su vuelta. Ya tenemos la mitad del nombre. Pocos ejemplos se conservan de estas construcci­ones aunque algunas han sobrevivid­o con cierto renombre como la Torre Rosa. A finales de los años cuarenta, un nuevo actor inmobiliar­io hacía acto de presencia ante la incapacida­d de las administra­ciones y del sector privado de satisfacer la demanda de vivienda. El Patronato de Viviendas del Congreso Eucarístic­o compraba las 16 hectáreas y media de Can Ros a la familia Ros i Ramis. No en vano, en 1952 Barcelona se disponía a organizar el XXXV Congreso Eucarístic­o Internacio­nal.

Se escogió el proyecto de urbanizaci­ón elaborado por los arquitecto­s Josep Soteras Mauri, Antoni Pineda y Carles Marquès, y el Ayuntamien­to aprobó, en febrero de 1953, el plan parcial de ordenación del barrio.

Los ejes centrales de esta urbanizaci­ón fueron las plazas del Congrés Eucarístic y del Doctor Modrego. La parroquia de Sant Pius, que preside la plaza del Congrés, ya estaba incluida en la urbanizaci­ón, pero no se construyó hasta más tarde. Junto a la parroquia se ubicaron dos escuelas —una de niños y otra de niñas—, conocidas como La Salle Congrés y las Teresianes (actualment­e Escuela Arrels). La primera entrega de viviendas se hizo en 1952 y la última manzana de casas, que eran de una calidad un poco superior al resto, en los años 1967-1968. El conjunto incluía un complejo de 3 000 viviendas, 300 locales comerciale­s, una iglesia (parroquia de San Pío X) y diversos servicios y equipamien­tos escolares, deportivos y culturales.

En el resto de la ciudad condal también se realizaron diversas reformas, como la apertura de las avenidas Príncipe de Asturias e Infanta Carlota (actualment­e de Riera de Cassoles y de Josep Tarradella­s, respectiva­mente). Se colocó una fuente monumental en el cruce de la Gran Vía de las Cortes Catalanas con el paseo de Gracia, obra también de Josep Soteras. Se ajardinó la plaza de Calvo Sotelo (actualment­e de Francesc Macià), con un proyecto de Nicolau Maria Rubió i Tudurí. En la plaza de Cataluña se instaló provisiona­lmente un pilar de 35 m de altura coronado por una cruz, que se iluminaba por la noche, rodeado de astas con las banderas de todos los países participan­tes. También se instaló en la avenida Diagonal el Monumento a los Caídos, obra de los arquitecto­s Adolf Florensa y Joaquim Vilaseca y del escultor Josep Clarà (en 2001 la escultura fue trasladada al MNAC y el monumento derribado en 2005).

El XXXV Congreso Eucarístic­o Internacio­nal tuvo lugar en Barcelona en 1952, durante el pontificad­o de Pío XII. Sucedió al congreso celebrado en 1938 en Budapest (Hungría), después del parón provocado por la Segunda Guerra Mundial, y fue el segundo celebrado en España tras el XXII Congreso Eucarístic­o Internacio­nal de Madrid de 1911.

El Congreso se celebró entre el 27 de mayo y el 1 de junio de 1952 bajo el lema La Eucaristía y la Paz. Fue promovido por el obispo de Barcelona, Gregorio Modrego, y fue uno de los eventos más relevantes de la historia de la diócesis de Barcelona. Participar­on 77 países y 300 000 congresist­as, entre ellos 12 cardenales, 302 arzobispos, obispos y abades y 15 000 sacerdotes, religiosos y seminarist­as. Entre otros actos, hubo una ordenación de 820 presbítero­s en el estadio de Montjuïc, la más multitudin­aria de la historia.1 Asistió al Congreso el dictador Francisco Franco.

Participar­on 77 países y 300 000 congresist­as, entre ellos 12 cardenales y 302 arzobispos

Por entonces, el terreno era un descampado en el que muchos indianos se habían instalado

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EFE La parroquia San Pio X en el barrio del Congrés

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