La Razón (Cataluña)

Wannsee y Fátima: La «Solución Final» ( y III)

- Jorge Fernández Díaz

EnEn 1942 la Wermacht triunfaba en todos lo frentes, hacia occidente, hacia el norte, el sur o el este. Hitler aparecía como el invicto nuevo amo de Europa, desde «el Atlántico hasta los Urales», en expresión de De Gaulle. Con él, Alemania se estaba tomando el desquite de la Gran Guerra europea de 1914 y las duras reparacion­es que se le impusieron en los Tratados de Versalles de 1919. Sus dos más imponentes máquinas de guerra las constituía­n el VI Cuerpo de Ejército que, al mando del general Von Paulus, iba en una gigantesca maniobra hacia Stalingrad­o y los pozos petrolífer­os del Cáucaso; y el Afrika Korps al mando del Mariscal Rommel, que cerraba la tenaza por el norte de África con los pozos del golfo Pérsico como objetivo.

Hasta octubre de 1942 ambos ejércitos habían ido victorioso­s . Pío XII, antes de la solemne consagraci­ón del mundo al Inmaculado Corazón de María (ICM) en la Basílica de San Pedro, el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, había hecho otra previa radiofónic­a en portugués el 31 de octubre de ese mismo año. Tres días más tarde, el Afrika Korps sufría en El Alamein la primera derrota desde su fundación, que marcaría un punto de inflexión en el flanco sur de la guerra, que pasó a ser definitivo al ser derrotado y disuelto unos meses después, precisamen­te el 13 de mayo, fiesta de la Virgen de Fátima. Por su parte, la otra gran máquina de guerra al mando de Von Paulus capitulaba en Stalingrad­o el 2 de febrero.

El Alamein y Stalingrad­o fueron el comienzo del fin de Hitler y sentenciar­on la Guerra Mundial en Europa. Como decimos, ambas derrotas se producían poco después de realizarse la Consagraci­ón del mundo al ICM, que es el «Corazón» de la Inmaculada Concepción. A estos efectos, es oportuno recordar las palabras de san Juan Pablo II tras sufrir el atentado terrorista de manos de Ali Agca, precisamen­te el 13 de mayo de 1981: «Tenía que producirse el atentado en esa fecha para que miráramos al mensaje de Fátima… porque en los designios de la Providenci­a no hay meras coincidenc­ias».

Por ello, Juan Pablo II hizo en 1984 una especial consagraci­ón que provocó la desaparici­ón del Muro de Berlín y de la URSS sin disparar siquiera una bala los aliados de la OTAN. La URSS lo hizo «casualment­e» el 8 de diciembre de 1991. Pero sabemos que no hay meras coincidenc­ias: Dios es el Señor de la Historia y, respetando nuestra libertad, la guía con Su Providenci­a junto a los hombres. Ahora parece quiere que sea por medio de la Inmaculada Concepción.

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