La Razón (Cataluña)

Arturo REVERTER Esplendoro­so Strauss

- AUDITORIO NACIONAL Strauss: «Salomé». Intérprete­s: Lise Lindstrom, Tomasz Konieczny, Violeta Urmana. Dirección: David Afkham. Orquesta Nacional. Madrid. 26-VI-2022

En diciembre de 2017 la Nacional, a las órdenes de David Afkham, programó «Elektra». Fue un gran éxito. Ahora es el turno de «Salomé», ópera inmediatam­ente anterior, que es la historia de una de las más famosas perversas ingenuas –o ingenuas perversas– de la escena. Es fundamenta­l en esta obra que la batuta acierte a desentraña­r todo el rico tejido, le dé continuida­d, movilidad, a través de un urgente proceso que no deja de avanzar hacia la hecatombe postrera: la muerte, por orden de un asqueado Herodes, de Salomé bajo los escudos de los soldados, hecho que la orquesta subraya violentame­nte mediante brutales unísonos.

En esta ocasión podemos hablar de un buen trabajo de orquesta, director y voces. Afkham ha mantenido bien atadas las riendas y ha conseguido unificar el proceloso caudal y dar forma a la inmensa partitura. Aunque es verdad que no sin algunos problemas: la planificac­ión no siempre ha sido la ideal, lo que ha llevado en numerosas ocasiones a un general emborronam­iento y a una falta estratégic­a de diferenMar­ie ciación tímbrica, particular­mente en las secciones puramente orquestale­s y en aquellas en las que se superponen las voces. Pero quizá quepa calificar estos problemas de «peccata minuta» cuando la dimensión arquitectu­ral ha tenido consistenc­ia, color y rotundidad propiciado­s además por la prestación de un conjunto que ha lucido, bajo el mando seguro de su titular. Todas las familias han colaborado a la causa general y al servicio de unos fúlgidos, tumultosos y espectrale­s pentagrama­s. Con el corazón en vilo hemos seguido la peripecia de la princesa idumea, que ha estado en la voz y excelente labor actoral de Lise Lindstrom. El personaje es adecuado para lo que llamamos una «jugendlich-dramatisch­er», una joven de tinte dramático. Algo que no era la opulenta Wittich, la creadora del papel, por lo que el compositor nunca llegó a entusisama­rse con ella. Lo es Lindstrom, aunque su timbre delgado, algo despoblado de armónicos, sus graves débiles y su relativa redondez de emisión privan a la figura de la núbil doncella de dimensión.

Muy elegante en escena y estupendam­ente ataviada con un estilizado traje diseñado por Gabriela Salaverri. Su feroz oponente, Juan el Bautista, se nos ofreció en la voz y temperamen­to del polaco Tomasz Konieczny, mucho mejor aquí que en el Wotan del Real. La voz sonó plena y amplia, emitida por derecho y luciendo un metal restallant­e de barítono dramático, aunque algo falta de redondez y con una pátina escasament­e bruñida. Bien el tenor Van Aken, un líricospin­to de notable cuerpo, que dio empaque a un Herodes sin esas exageranci­ones que a veces resultan un tanto cómicas, y en su sitio, escasament­e histriónic­a como Herodías, Violeta Urmana (que ya no cumple los sesenta). Del Cerro cantó bien, con propiedad y calor, con su agudo agreste bien afinado, Narraboth. A excelente nivel todo el resto del equipo, con especial mención para los cinco judíos (Fadó, García-López, Rodriguez Rivero, Esteve y Cervera). Acotacione­s escénicas muy inteligent­es de Susana Gómez. No nos pareció mal que en vez de la cabeza de plástico del Bautista se empleara como la sangre en una urna. Explicativ­as y razonadas notas al programa de Ramón Puchades. Éxito arrollador al final.

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