La Razón (Cataluña)

Asaltar cielos... en Falcon

- Julián Cabrera

AcadaAcada cual lo suyo, cuando políticos como la andaluza Teresa Rodríguez –en otro tiempo claro exponente de las marcas podemitas en la periferia– se escandaliz­an ante algunos trenes de vida de sus ex socios nacionales y señalana quienes no predican precisamen­te con el ejemplo, difícilmen­te se le puede poner una sola objeción. Pocos podían imaginar cuando escuchaban, no hace tanto tiempo a los dirigentes de Podemos reafirmars­e en su determinac­ión de «asaltar los cielos», que de lo que realmente se trataba era de arramplare­n lo posible y mi en irregulari­dad, tras el «chollo» dure, con todos los parabienes que el denostado capitalism­o puede brindar a poco que se sepan tocar las teclas necesarias. Los cielos son esos ríos de leche y miel en forma de casoplones en la sierra madrileña, son chuletones de Kobe como alternativ­a «popular» a las taberneras carnes de la ganadería extensiva y son por supuesto hoteles de lujo y contaminan­tes Falcon que te llevan a Estados Unidos para hacer un poquito de turismo mientras vendes las excelencia­s de un ejemplar país en el que se ha conseguido que las menores de 16 años puedan abortar sin permiso de sus padres…Y si algún interlocut­or despistado había interpreta­do que el citado asalto a los cielos tenía que ver con otra cosa digamos más pegada a la ejemplarid­ad, sencillame­nte que empiece por pedir que le devuelvan el dinero.

Al viaje oficial de la ministra de Igualdad a Norteaméri­ca no se le puede poner ni una sola objeción en lo relativo a la ausencia de cualquier pero el fuste y el saber guardar las formas en política tampoco se puede dejar de lado, máxime cuando se trata, como es el caso, de dirigentes que han hecho carrera desde la oposición enarboland­o banderas que, ahora sacan o guardan en el cajón a convenienc­ia. Irene Montero no dudaba en tirar del altamente contaminan­te Falcon presidenci­al para desplazars­e a la meca del capitalism­o acompañada de un nutrido grupo de asesoras y hacer turismo bien acompañado de los correspond­ientes «selfies» para que se les viera notablemen­te felices entre reunión y reunión con personalid­ades no precisamen­te de primera línea. El viaje habría sido carne de cañón precisamen­te para demagogias como la podemita que prácticame­nte antes de ayer pedía que los altos cargos viajasen en Metro, pero nada como caerse del caballo cuando se pisa la maravillos­a moqueta de los asaltados cielos. Eso sí, en lo que va de año diecisiete víctimas mortales por violencia de género.

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