El cohete de la emoción
DiceDice Fermín Elizalde, de la saga familiar de churreros de La Mañueta, que «para venir a los Sanfermines 2022 hay que llevar en la maleta un cargamento de lágrimas». Será porque a todos los que vivimos desde hace décadas las Fiestas Patronales de Pamplona se nos encoge un poquito el corazón cada 6 de julio durante los momentos previos al Chupinazo. Seguramente quien lea este artículo pensará que me repito más que el escritor Manuel Vicent, quien en su columna del rotativo «El País» arremete un año tras otro contra la tauromaquia cuando llega la madrileña Feria de San Isidro. Es difícil no repetirse cuando cada año en el arranque sanferminero hablamos de emociones. Aunque en este 22 hay razones de sobra para beber, comer los churros de La Mañueta y limpiarse con el puño blanco los rastros emotivos de la cara.
Casi tres años de calendario, una pandemia incompresible para jaraneros, y subido al balcón del Ayuntamiento un mito del deporte y de la superación de vida. Será muy difícil contener las lágrimas cuando veamos una y otra vez las palabras del portero de fútbol brindando por la vida y por los sanitarios y los enfermos de ELA, incluso con el temblor y el esfuerzo para prender la mecha del cohete. Para quien se olvide, la elección de quién lanza al aire el inicio de los Sanfermines nunca ha estado exenta de valoraciones. Esta ciudad vive como los Oscar la nominación de quién protagoniza el Chupinazo. La limpia trayectoria de Juan Carlos Unzué, pura casta navarra, ha hermanado a peñas, asociaciones y a toda la sociedad civil navarra.
Después de todo eso, podemos hacer la fiesta de los grandes tópicos como la marea del blanco y el rojo, como los días de fiesta ininterrumpidos, las ocho carreras frenéticas a las 8 de la mañana por lo viejo pamplonés, pero quedará la sonrisa inagotable de Juan Carlos Unzué.
La lluvia que se ha empecinado en mojar todas las vibrantes y roncas gargantas de la gente que toma Pamplona como campamento base de la felicidad ha sido inocua. Están los Sanfermines tan por encima de cualquier circunstancia. Han sobrevivido tantos años a la política, las crisis económicas, incluso a los días negros, que un riego sobre sus calles solo ha sido acicate para más ganas de fiesta. Bares a reventar, como es ya un clásico, largas colas en los corrales del Gas y el intenso serial de la Casa Misericordia a punto de estallar. De hecho, el espejo de los toros tiene a Pamploma como fetiche. Todo nace y pasa en el planeta taurino por un coso que ahora cumple 100 años. Maldito Hemingway, incluso también gracias a él, pero el 6 de julio de 2022 el Ayuntamiento de la capital navarra ha vuelto a ser el centro del mundo.
Todos los que hemos tenido la suerte de este 6 de julio, con los ojos vidriosos, de habernos puesto el pañuelico al cuello mirando al entrenador Juan Carlos Unzué, tal vez soñemos con ser mejores personas. No sé si esta vacación de buen rollo sanferminero servirá para algo y para que se apaguen banderías y hostilidades, pero jugamos a imaginarlo. Con un rosado navarro y un pintxo de chistorra, seguro. Faltaría más. ¡Viva San Fermín!