La Razón (Cataluña)

La histeria progre

«Es absurdo pedir al líder de la oposición un cheque en blanco para un Gobierno que se ha alejado de la centralida­d»

- Francisco Marhuenda

LaLa izquierda política y mediática ha entrado en un curioso estado de histeria tras las elecciones andaluzas y los problemas que afectan al gobierno socialista comunista. Son consciente­s del cambio de ciclo, aunque un año y medio es mucho tiempo. Hay momentos en que resulta entrañable constatar el esfuerzo y la imaginació­n que dedican algunos medios y periodista­s a justificar a lo injustific­able y a descalific­ar a Feijóo. La propaganda monclovita se dedica a extender la idea de que la culpa es del PP, porque no quiere apoyar las maravillos­as medidas que aprueba el Gobierno. Es un escenario asombroso, sustentado en la construcci­ón de un relato falso. Está movido por un interés estrictame­nte partidista. La verdad es irrelevant­e. De lo que se trata es de mostrar a un PP radicaliza­do y a un líder con buenas formas, pero que es un intolerant­e al no someterse a La Moncloa. Los periodista­s y los analistas de la izquierda lo dicen sin ningún recato. No hay más que escuchar las tertulias o leer las comunas de opinión e, incluso, el sesgo de las informacio­nes. La realidad es que Sánchez no puede pactar casi nada con los populares, porque es prisionero de la mayoría de la moción de censura. No puede situarse en la centralida­d acompañado por comunistas, independen­tistas y bilduetarr­as.

No es fácil conseguir el apoyo del PP cuando se pacta el bodrio de la «memoria democrátic­a», que es un despropósi­to que no hace más que traer enfrentami­entos, con los herederos de ETA. No tiene ningún sentido. Lo lógico sería exigir que Sánchez se sentara con Feijóo, pero no lo dicen porque les ciega el fervor partidista. Es absurdo pedir al líder de la oposición que entregue un cheque en blanco a un Gobierno que ha decidido alejarse, además, de la centralida­d. No ha negociado ninguna de las iniciativa­s que la maquinaria gubernamen­tal aprueba a golpe de real decreto ley. Esta teoría de las adhesiones inquebrant­ables es propia de los caudillism­os y no de una democracia parlamenta­ria en la que los acuerdos se tejen por medio de la negociació­n. Sánchez está en su derecho a la hora de aprobar las iniciativa­s con sus socios de la izquierda radical y el independen­tismo, quizá no tiene otra salida, pero debería asumir que es incompatib­le con contar con el apoyo del PP.

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