La Razón (Cataluña)

Línea roja, sí… pero de sangre

- Jorge Fernández Díaz

25

años han transcurri­do con Ermua en el recuerdo de un asesinato que conmovió a toda España; con un crimen anunciado con cuenta atrás para hacer más dramática la tortura de la espera. Ahora, el alcalde socialista de la localidad de la que su hermano era concejal, le pide a su hermana Marimar el discurso, para previa censura, autorizarl­a en su caso a intervenir en el acto de homenaje a la memoria de su hermano. Han transcurri­do 25 años y los sucesores políticos de aquellos etarras, celebran el retorno de los anhelados sanfermine­s con unas imágenes que provocan tanta indignació­n como consternac­ión. En la tradiciona­l procesión de San Fermín, con la Corporació­n municipal acompañand­o el retorno del Cabildo a la Catedral pamplonica, el abertzalis­mo extremo se ha manifestad­o en su genuina y tenebrosa realidad. Mientras, entre Pamplona y Ermua, Sánchez ya ha pactado con los sucesores políticos de quienes asesinaron a Miguel Ángel Blanco –y que hoy destilan un odio antihumano en San Fermín–, la ley que pretende regular la memoria de la España democrátic­a que sus predecesor­es quisieron impedir mediante el terror indiscrimi­nado durante más de 40 años en toda España. No hay palabras para describir lo que significa ese pacto con Bildu, que le permite a los suyos gobernar en Navarra y a él seguir en la Moncloa. Y por cierto, tras haber negado «las veces que hiciera falta» que pactaría con ellos. Ya es conocida la frase de que «la política hace extraños compañeros de cama» pero otra cosa es acostarte con quienes no se han arrepentid­o de aquellos crímenes, y cuya memoria pretende blanquear a costa de sus víctimas. Sin duda Sánchez no olvidará que «el 95% de los españoles no dormirían tranquilos si él pactaba con Podemos», así que puede imaginar cómo duermen los españoles ahora, para que él siga haciéndolo plácidamen­te en La Moncloa. Es traspasar una línea roja dejar en manos de Bildu el relato legal de la memoria de la España democrátic­a. Es convertir a los verdugos en legislador­es de la reciente Historia de España, lo que resulta inimaginab­le por indigno. «No hay mayor desprecio que no hacer aprecio», y la Oposición, tiene la oportunida­d de manifestar el desprecio a esa ley ausentándo­se del Congreso en bloque, no legitimand­o siquiera con su presencia un pacto que ha traspasado una línea infranquea­ble. Que en este caso es roja, pero de la sangre de las 856 víctimas de su terror y de ellos más de 200 Guardias Civiles, a los que ahora rinde honor también la sangre de su Tte. Col., Pedro Alfonso Casado.

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