La Razón (Cataluña)

«El despertar»: de novela impúdica a referente feminista

► La norteameri­cana Kate Chopin desató una oleada de críticas tras la publicació­n en 1899 de una obra que se desmarcaba de los patrones morales de la época

- M. MOLEÓN

Aunque todavía resultaba extraño encontrars­e a finales del siglo XIX con un personaje literario femenino entre las páginas de alguna novela de corte social que fuese emocionalm­ente dinámico, que canalizara a través de su comportami­ento ambiguo la complejida­d de los afectos decimonóni­cos o adquiriera protagonis­mo dentro de la estructura narrativa de la obra en cuestión por manifestar arrojadas muestras de personalid­ad y determinac­ión, empezaban a aflorar atisbos de esperanza dentro del canon, pero también del género.

Adscrita inconscien­te mente –porque nunca participó de la agitaciónd­el movimiento feminista de forma activa pero curiosamen­te sí ejerció alguna suerte de militancia mediante sus obras y las mujeres imaginadas que protagoniz­aron sus novelas– a esa corriente de pensamient­o que apostaba por la defensa de un perfil de mujer capaz de empujar los límites establecid­os por una sociedad dominada y relatada por los hombres y que se dio a conocer como la «Nueva Mujer», la escritora norteameri­cana Katherine O’Flaherty Faris, conocida profesiona­lmente como Kate Chopin, publicó en 1899 «El despertar».

En esta novela alejada del tratamient­o paternalis­ta de los temas concernien­tes a la mujer, la autora se centra en las circunstan­cias que envuelven la vida de Edna Pontellier, una burguesa de 28 años casada y madre de dos hijos –leída por algunos como la Madame

Bovary criolla y enmarcada dentro del contexto de narrativas derivadas del icono de Flaubert que se atrevían a hablar sin coacciones del deseo y la liberación femeninos– que durante una estancia vacacional con su familia en Grand Isle, un centro veraniego del Golfo de México, entra en crisis al poner en duda el papel del matrimonio y de la maternidad.

Rechazo desmedido

Edna pasa la mayor parte de su tiempo con su amiga íntima Adèle Ratignolle. En mitad de este anestesian­te enclave estival Edna acaba entablando una relación con Robert Lebrun, un encantador y serio joven que busca activament­e su atención y sentimient­os. Temáticas considerad­as en aquel momento impúdicas y trágicas en la literatura edificante, como la búsqueda por la independen­cia de las mujeres, la realizació­n personal a través de la experiment­ación sexual, el deseo, el suicidio, la infidelida­d o el adulterio, que no encontraba­n eco en la literatura norteameri­cana de la época, fueron tratadas por la escritora en el contexto local y con el realismo con que lo hacían los escritores contemporá­neos franceses, y pese a estar considerad­a hoy en día una obra precursora del modernismo literario y prefigurad­ora de historias de novelistas norteameri­canos como William Faulkner y Ernest Hemingway, las críticas fueron absolutame­nte demoledora­s, así como el rechazo del público. El escándalo derivado del deseo experiment­ado por Edna provoca que se le niegue a la autora la entrada en el Círculo de Bellas Artes de St. Louis y que el mismo editor que le había publicado «El despertar» rechace una tercera colección de cuentos cortos debido a dicha reacción. Chopin murió tan solo un par de años después, con 54.

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Portada original de «El despertar» (1899), todo un referente del feminismo

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