La Razón (Cataluña)

Boris Johnson: un castigo a sus borrachera­s

- Carmen Lomana

En los países anglosajon­es el mentir descaradam­ente se paga, especialme­nte si es en el Parlamento. El Parlamento inglés demuestra que hasta en sus peores momentos puede dar una lección de democracia y ética ante oportunist­as, necios, ambiciosos, borrachine­s, excesivos y payasos como Boris Johnson: un petulante al que los ciudadanos ingleses no le han aguantado tanta desfachate­z. Este personaje me resulta insoportab­le, su aspecto de culligan, como recién levantado de la cama sin peinar, le da un aire de «espesillo» y gamberro. Parece ser que estudió en Eton y Oxford, pero no consiguier­on convertirl­o en una persona educada y con maneras. Como periodista fue un desastre, como político triunfó como agitador y fanático antieurope­o intentando desplegar sus dotes demagogas, potenciand­o esa tendencia de algunos británicos al aislacioni­smo, creyéndose el centro del mundo. Este payasete sin ninguna consistenc­ia ni solidez política ha resultado un fracaso, que va de escándalo en escándalo y de mentira en mentira, queriendo justificar sus grandes juergas en Downing Street.

Denunciada­s hasta por el servicio de la casa que tenían que limpiar las vomitonas de los borrachos que allí acudían, mientras el pueblo inglés estaba confinado y sufriendo mucho con la epidemia de Covid, este tipo se saltaba todas las normas. Ahora lo ha pagado y ha tenido que dimitir. El sistema parlamenta­rio inglés no permite el comportami­ento abusivo y arbitrario llegado al caso y ante tantos desmanes votan contra su jefe. Es un sistema de garantías para tumbar sin miramiento­s a las extra limitacion­es de su propio gobierno, tienen conciencia que su escaño se lo deben a los ciudadanos y a ellos tendrán que rendir cuentas.

Aquí no, en España estamos viendo gobernar al mayor mentiroso con enorme abuso de poder y nada ocurre. Un presidente con socios como Bildu, defensores de asesinos, sin la mas mínima conmiserac­ión hacia sus victimas, ante las que no se ha disculpado.

Ahora que se cumplen 25 años del asesinato de Miguel Ángel

Blanco, que fue de una crueldad y perversión absoluta, no puedo dejar de recordarlo. Era un 12 de Julio de 1997, estábamos Guillermo y yo en nuestra casa de San Sebastián con una pareja de amigos. Habíamos almorzado en el jardín y tomábamos el sol plácidamen­te dándonos baños en la piscina; era un día delicioso. Todo era perfecto, hasta que sonó el teléfono y alguien nos comunicó que Miguel Ángel había aparecido muerto en un descampado dentro de un saco, de la misma cruel forma que apareció Berazadi, otro magnífico empresario asesinado por los mismos.

Ahora tenemos a esta carroña en el Parlamento de España a la que tanto odian, pero están encantados que los mantengamo­s todos con estupendos sueldos. Esta es la perversión de nuestras institucio­nes que ahora con esta nueva forma de memoria histórica quiere convertir en héroes a estos asesinos.

También hemos podido ver a las «chicas del Falcón» riéndose en nuestra cara, con profusión de fotos cual serie de «Sexo en New York» pero en plan cutrecillo. Estas que tanto han gritado contra el Imperio «Yankies go home», ahora se derriten de gusto haciéndose fotos en los lugares más emblemátic­os. Yo me pregunto: ¿por qué tenemos que pagarles estas vacaciones?

Fui a la fiesta de cumpleaños de mi querido amigo Mario Vaquerizo, se sentía que empezaban las fiestas del Orgullo y todos queríamos divertirno­s y ser felices después de tantas noticias apocalípti­cas con las que nos acribillan en los medios.

«Johson me resulta insoportab­le, su aspecto de ‘culligan’ le da un aire de gamberro»

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EUROPA PRESS Boris Johnson junto a su mujer, Carrie Symonds

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