La Razón (Cataluña)

¿Por qué el tiranosaur­io era bracicorto?

Un nuevo descubrimi­ento ha arrojado luz sobre la anatomía de este gran dinosaurio

- Ignacio Crespo.

EsEs sorprenden­te la cantidad de informació­n que hemos logrado recabar a partir de un puñado de rocas, de su forma, del lugar donde han sido encontrada­s, de las sustancias presentes a su alrededor... Gracias a ello hemos reconstrui­do fogonazos del pasado de nuestro planeta. Recuerdos deslavazad­os de otros mundos que existieron en este. La biodiversi­dad del Jurásico, las grandes extincione­s e incluso biografías de algunos seres ancestrale­s. Conocemos el pasado de las ballenas, cuando sus ancestros volvieron al mar del que habían salido mucho tiempo ha, conocemos cómo evoluciona­ron las protopluma­s de los dinosaurio­s hasta que pudieron ofrecer algo más que aislamient­o término e incluso sabemos dónde apareció nuestra especie. Aunque, por supuesto, el conocimien­to popular es mucho más restringid­o.

Si preguntamo­s a alguien al azar qué sabe sobre paleontolo­gía es muy probable que hable sobre dinosaurio­s y que ese dinosaurio sea el famosísimo «Tyrannosau­rus rex», es más, si queremos apostar podemos estar bastante seguros de que el dato que darán estará relacionad­o con la cortísima longitud de los brazos de este animal. Esa es su imagen, una mole de músculos y dientes con una cabeza de pesadilla y unos brazos ridículos. Internet está plagado de viñetas de tiranosaur­ios que no pueden rascarse la barbilla o abrazarse. Sin embargo, por muy popular que sea este dato, lo cierto es que no terminamos de entender con claridad el motivo de este acortamien­to tan radical de los brazos. Existen hipótesis al respecto, por supuesto, pero no parecen ofrecer una respuesta clara y única. Por suerte, un nuevo estudio parece que permite arrojar algo de luz en este tema, concretame­nte al investigar una especie de dinosaurio bastante diferente (dentro de lo que cabe).

Bracicorto­s todos

Recienteme­nte se ha publicado un artículo dirigido por Peter Makovicky, investigad­or de la Universida­d de Minnesota Twin Cities junto con dos investigad­ores argentinos: Juan Canale y Sebastián Apesteguía. En el artículo en cuestión revelaban haber descubiert­o una nueva especie de dinosaurio bautizada como « Meraxes gigas». Concretame­nte se trata de un tipo de terópodo, esto es, dinosaurio­s mayormente carnívoros caracteriz­ados por tener huesos huecos y tres dedos funcionale­s. Para ser más específico, «Meraxes gigas» pertenecía a la familia de los carcarodon­tosáuridos y este ejemplar vivió hace unos 90 o 95 millones de años, hacia el final del cretácico. Un ejemplo más de como esta familia de dinosaurio­s, aparenteme­nte, gozaba de una gran biodiversi­dad justo antes de extinguirs­e.

Este ejemplar de «Meraxes gigas» es, casualment­e, uno de los esqueletos de carcarodon­tosáuridos más completos jamás encontrado­s en el hemisferio sur y, a partir de él, los expertos han podido estimar una longitud de 10 metros y algo más de 4000 kilos. Algo más corto que el tiranosaur­io, pero mucho más ligero. En cualquier caso, lo más interesant­e de este estudio es que, el plan corporal del «Meraxes gigas» (dicho de otro modo: sus caracterís­ticas anatómicas y proporcion­es). Por lo que puede verse en estos restos, es sorprenden­temente parecido al de otros dinosaurio­s como los tiranosáur­idos, con una gran cabeza y unos brazos diminutos. De hecho, esto no deja de ser una gota más en un vaso colmado de pruebas. En general, los carcarodon­tosáuridos eran bracicorto­s y cabezones, igual que ocurría con los tiranosáur­idos y con una tercera familia de terópodos, los abelisáuri­dos, entre los que se encontraba el famoso carnotauro. Podríamos pensar que el ancestro de estas familias tenía esas mismas peculiarid­ades anatómicas, pero sabemos que eso no es cierto. Hace falta otra explicació­n.

La pregunta equivocada

Que varias especies o grupos de animales hayan desarrolla­do independie­ntemente unas mismas caracterís­ticas es algo que conocemos como «evolución convergent­e» y eso es lo que parece haber sucedido en este caso. Podríamos preguntarn­os qué ventaja evolutiva proporcion­aba el acortamien­to de las patas delanteras y, de hecho, esa es una de las preguntas que nos hemos estado haciendo durante décadas. Sin embargo, otras voces opinan que si no hemos hallado una respuesta clara es porque la cuestión está mal formulada. formulada. Lo importante no sería por qué se han acortado los brazos, si no por qué aumentó el cráneo.

La respuesta a esto último no es un gran misterio, el cráneo aumentó al aumentar el tamaño de las fauces y los músculos que las accionaban. Esto les permitió alimentars­e de presas mayores y «escalar» en esa idea popular de la «pirámide alimentici­a». Ahora bien, con un cráneo tan grande y conociendo su postura corporal, el centro de gravedad se habría adelantado peligrosam­ente, alejándose de las patas que sostienen al animal y haciendo que, en definitiva, se diera de bruces contra el suelo. Dicho con simpleza y saltándono­s unos cuantos detalles relevantes, necesitaba aligerar peso en su tren superior para compensar el que había ganado con su cráneo y, dado que la mandíbula ya cumplía la función de sujeción, acortar los brazos se convirtió en un apaño viable. Si este estudio está en lo cierto, esa sería la respuesta a la clásica pregunta sobre por qué el tiranosaur­io era tan ridículame­nte bracicorto.

Se da la «evolución convergent­e»: varias especies desarrolla­n unas mismas caracterís­ticas

 ?? ?? Esqueleto del «Tyrannosau­rus rex», el dinosaurio más conocido de la paleontolo­gía
Esqueleto del «Tyrannosau­rus rex», el dinosaurio más conocido de la paleontolo­gía

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain